/ martes 16 de julio de 2019

Comparte migrante vivencias en albergue

Cristina, originaria de Chiapas, compartió la experiencia de vivir en un albergue junto a otros migrantes, destacando el apoyo mutuo y el intercambio de experiencias respecto a la situación de esperar el asilo político en Estados Unidos

En el albergue “Don Chon”, ubicado en la calle Del Valle y calle Ejidal, extensión de la avenida Hidalgo, de San Luis Río Colorado, existen 42 migrantes que reciben resguardo, tras haberse registrado en una lista de espera para poder ingresar a Estados Unidos y solicitar un asilo político, ya que en sus ciudades o países de origen no encontraron una solución mejor que abandonar sus hogares y buscar el llamado “sueño americano”, ante la crisis económica, la falta de empleo y, sobre todo, la inseguridad.

Originaria de Chiapas, con apenas 26 años y una hija de tres, María Cristina Robledo lleva asentada en este municipio alrededor de dos meses y medio. Ella, contó a TRIBUNA DE SAN LUIS que fue mediante los servicios de un coyote que se percató de la existencia del albergue en el que hoy se encuentra, recibiendo comida, medicamentos y una cama donde descansar. “Yo ya iba a cruzarme por el muro, pero al que yo le iba a pagar me miró que llevaba a mi niña en brazos, y me dijo que era algo muy peligroso, que si estaba segura. Entonces, opté mejor por esperar y buscar refugio en este lugar”.

Sobre las actividades que se realizan día a día en dicho albergue, comentó todos los días es prácticamente la misma rutina. “Nos levantamos alrededor de las 07:00 de la mañana, y ayudamos a hacer la comida en la cocina. También, a darles de comer a otras personas y recibir a otros migrantes, para luego limpiar otra vez. A veces tenemos oportunidad de salir, otras no, debido al calor. A mediodía otra vez nos ponemos a hacer comida, y luego a hacer limpieza otra vez. Toda la tarde es igual (…) Los niños miran la televisión todo el día, y hay quienes tienen un trabajo. Tenemos permiso para eso, pero a las 09:00 de la noche todos tenemos que irnos a dormir. Es de ley”.

A su vez, agregó que gracias a que tiene acceso a internet, realiza llamadas para platicar con su hermano, quien vive en el sector noreste del país vecino. “A veces llamo para que me ayude a contactar a mis papás. Ellos viven en un lugar sin señal, pero suelo buscar la manera”.

Sobre el convivio que se tiene en el sitio, la entrevistada destacó que ha conocido un gran número de personas. “Llegan de diferentes países. Ellos vienen con eso de querer saber qué se hace aquí y cuánto tiempo pueden estar aquí”.

ESPERAN SU TURNO

“Todos vienen y están desesperados, porque el tiempo de espera es muy largo y luego con este calor que hace, es muy angustiante. Lo que yo les digo a esas personas es desde el momento en que uno llega, siempre será algo que pruebe nuestra paciencia. Cuando pasa un mes, hasta decimos que pasó muy rápido el tiempo. Les recomiendo que no se desesperan, que el día va a llegar”, dijo Cristina, quien compartió que por su turno en la lista de espera estará aguardando el momento de su ingreso a Estados Unidos un lapso de tres a cuatro meses más.

Sobre las redadas y deportaciones en contra de los indocumentados, la joven chiapaneca dijo que no ha sabido de personas expulsadas de Estados Unidos que hayan llegado aún al albergue. “digamos que si las personas indocumentadas andan allá es por necesidad o porque buscan mejorar. No es solamente porque quieren ir para pasársela bien. Deberían de dar el permiso de estar allá”.

Compartió que una vez entrando al “otro lado”, su objetivo será la de darle una mejor vida a su hija. “A veces el lugar de donde es, la situación es más difícil. Somos mexicanos, pero estábamos en una de las zonas más marginadas, donde las escuelas y todo lo demás nos quedaba muy lejos”, agregando un agradecimiento a Asención Serna, argumentando que personas como él, con la iniciativa de fundar sitios como su albergue, con todas las atenciones que reciben, son muy pocos y hay que valorarlo.


En el albergue “Don Chon”, ubicado en la calle Del Valle y calle Ejidal, extensión de la avenida Hidalgo, de San Luis Río Colorado, existen 42 migrantes que reciben resguardo, tras haberse registrado en una lista de espera para poder ingresar a Estados Unidos y solicitar un asilo político, ya que en sus ciudades o países de origen no encontraron una solución mejor que abandonar sus hogares y buscar el llamado “sueño americano”, ante la crisis económica, la falta de empleo y, sobre todo, la inseguridad.

Originaria de Chiapas, con apenas 26 años y una hija de tres, María Cristina Robledo lleva asentada en este municipio alrededor de dos meses y medio. Ella, contó a TRIBUNA DE SAN LUIS que fue mediante los servicios de un coyote que se percató de la existencia del albergue en el que hoy se encuentra, recibiendo comida, medicamentos y una cama donde descansar. “Yo ya iba a cruzarme por el muro, pero al que yo le iba a pagar me miró que llevaba a mi niña en brazos, y me dijo que era algo muy peligroso, que si estaba segura. Entonces, opté mejor por esperar y buscar refugio en este lugar”.

Sobre las actividades que se realizan día a día en dicho albergue, comentó todos los días es prácticamente la misma rutina. “Nos levantamos alrededor de las 07:00 de la mañana, y ayudamos a hacer la comida en la cocina. También, a darles de comer a otras personas y recibir a otros migrantes, para luego limpiar otra vez. A veces tenemos oportunidad de salir, otras no, debido al calor. A mediodía otra vez nos ponemos a hacer comida, y luego a hacer limpieza otra vez. Toda la tarde es igual (…) Los niños miran la televisión todo el día, y hay quienes tienen un trabajo. Tenemos permiso para eso, pero a las 09:00 de la noche todos tenemos que irnos a dormir. Es de ley”.

A su vez, agregó que gracias a que tiene acceso a internet, realiza llamadas para platicar con su hermano, quien vive en el sector noreste del país vecino. “A veces llamo para que me ayude a contactar a mis papás. Ellos viven en un lugar sin señal, pero suelo buscar la manera”.

Sobre el convivio que se tiene en el sitio, la entrevistada destacó que ha conocido un gran número de personas. “Llegan de diferentes países. Ellos vienen con eso de querer saber qué se hace aquí y cuánto tiempo pueden estar aquí”.

ESPERAN SU TURNO

“Todos vienen y están desesperados, porque el tiempo de espera es muy largo y luego con este calor que hace, es muy angustiante. Lo que yo les digo a esas personas es desde el momento en que uno llega, siempre será algo que pruebe nuestra paciencia. Cuando pasa un mes, hasta decimos que pasó muy rápido el tiempo. Les recomiendo que no se desesperan, que el día va a llegar”, dijo Cristina, quien compartió que por su turno en la lista de espera estará aguardando el momento de su ingreso a Estados Unidos un lapso de tres a cuatro meses más.

Sobre las redadas y deportaciones en contra de los indocumentados, la joven chiapaneca dijo que no ha sabido de personas expulsadas de Estados Unidos que hayan llegado aún al albergue. “digamos que si las personas indocumentadas andan allá es por necesidad o porque buscan mejorar. No es solamente porque quieren ir para pasársela bien. Deberían de dar el permiso de estar allá”.

Compartió que una vez entrando al “otro lado”, su objetivo será la de darle una mejor vida a su hija. “A veces el lugar de donde es, la situación es más difícil. Somos mexicanos, pero estábamos en una de las zonas más marginadas, donde las escuelas y todo lo demás nos quedaba muy lejos”, agregando un agradecimiento a Asención Serna, argumentando que personas como él, con la iniciativa de fundar sitios como su albergue, con todas las atenciones que reciben, son muy pocos y hay que valorarlo.


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