Compran sanluisinos gas lacrimógeno, por la inseguridad que se vive

La venta de gas lacrimógeno se ha convertido en un buen negocio a raíz de la inseguridad pública que se vive en la ciudad

Gloria Negrete

  · martes 5 de marzo de 2019

Perla Beltrán destacó que en lo que va del año ha vendido 3 docenas de gas lacrimógeno, sobre todo a mujeres que buscan defenderse de los delincuentes / Alonso Moreno

Debido a la inseguridad pública que se vive en esta frontera, la venta de gas lacrimógeno ha resultado un buen negocio pues de enero a la fecha, Perla Beltrán ha logrado colocar entre sus clientes, 3 docenas de este producto y vienen envases en “camino” porque tiene más pedidos.

La comerciante resaltó que a finales del año pasado surgió en ella la idea de adquirir algún producto o aditamento que pudiera llevar en su bolsa de mano para protegerse de los ladrones y secuestradores o de cualquier persona que amenazara con hacerle daño.

En un principio pensó en portar una pistola de “toques” eléctricos, pero consideró que al traerla en la bolsa estaría al alcance de sus hijos y ellos correrían riesgo, por eso optó por el gas lacrimógeno.

Antes de comprarlo, Perla Beltrán investigó acerca de la función de este gas, del cual se enteró que incapacita al atacante por 10 a 15 minutos, en ocasiones por más tiempo; los efectos son inmediatos provocan intenso ardor en la piel, los ojos, tos y dificultad para respirar; un rocío a la cara del agresor es suficiente para detenerlo al instante y evitar que continúe atacando y los síntomas desaparecen después de una hora.

Dijo que está permitido traer un “botecito” de esta sustancia, de máximo 150 gramos, aunque ella lo ofrece en prestaciones de 90 gramos, a un precio de 140 pesos y les coloca una etiqueta personalizada para hombre y mujer, que rinde para alrededor de 40 “sprayeos”.

Los principales clientes son mujeres que, por lo general, permanecen gran parte del día fuera de sus casas, así como padres y madres de alumnas de preparatoria y universidad para que sus hijas tengan una herramienta de protección ante situaciones de peligro.

Resaltó que afortunadamente no se ha visto en la necesidad de oprimir el botón de “sprayeo” del gas lacrimógeno, sin embargo, no lo extraerá de su bolso por el momento, al considerar que más vale prevenir y estar preparada para rociarlo ante un agresor.