Mientras seguía sus sueños de convertirse en un destacado agente policiaco de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, Esther Santos ha tenido la satisfacción de ver nacer y crecer a sus hijos Yumiko, Midory, Braulio, Kitzia y Emmanuel, llevando adelante una familia entre retos y muchas alegrías.
La nombrada policía III de la delegación 2, con 42 años de vida, de los cuales 18 años han sido invertidos en la corporación, destacó que fue una de las primeras mujeres en querer trabajar como policía. “Entré en el año 2001 para convertirme en policía. Esa fue mi solicitud, pero me ofrecieron el puesto de telefonista. Me aventé 10 años en el área de comunicaciones, como radioperadora. Yo contestaba lo que era 060, luego 066. Me quedé para luego hacer la academia y ser agente de campo. Así llevo ya 8 años en el área operativa. Había muy pocas mujeres policía en ese entonces, unas cuatro o cinco. Ahora, hay más de 40. Fui de las primeras que entraron con la finalidad de ser agente de campo.”
Durante estos años, mencionaba Esther, que era frecuente el no poder ir a las reuniones escolares de sus hijos o estar ausente de casa la mayor parte del tiempo. “En una ocasión, me tocó varios turnos en los que no miraba a mis niños, porque llegaba a casa en la mañana, o llegaba muy tarde cuando estaban dormidos. Estábamos todos juntos, pero por nuestras jornadas de más de 12 horas me era imposible estar ahí con ellos. Son cuestiones laborales, no pasa siempre.”
“Respecto a los retos a los que me he enfrentado, puedo decirte que como agente vas conociendo las problemáticas en distintas zonas de la ciudad, y tus hijos cuando van creciendo y se hacen adultos quieren incluirse en actividades típicas de la región, salir de viaje, hacer actividades que a lo mejor podrían exponerlos a muchos problemas o accidentes. Cuando están pequeños te preocupas porque coman o se bañen, pero cuando crecen tu rol como mamá cambia completamente y te conviertes como en una mamá a distancia, porque solo les hablas por teléfono y les das recomendaciones, los guías en sus problemas como orientador. Uno ya no los puede castigar.” Narraba Santos, quien agregó que: “duré un tiempo queriéndome incluir con mis hijos, en viajes y actividades recreativas, para hacer empatía con ellos porque están creciendo. Aun sabiendo que hay riesgos, tienes que enseñarles a cómo manejarse con esos riesgos.”
“Yo considero que todos mis hijos y yo somos como una pequeña manada. Siempre estamos todos juntos y vamos juntos a todas partes. También, tenemos un grupo de WhatsApp para avisos familiares exclusivamente, donde están hasta los novios de mis hijas. Ahí me dicen a dónde van o que están haciendo y con quién. Novios y novias de mis hijos están incluidos. Tengo que brindarles toda la confianza para yo poder estar concentrada en mi unidad, y no estar pensando en problemas de restricciones o mala comunicación. Sólo me llaman cuando es una verdadera emergencia, porque tienen que respetar mis obligaciones en el campo y no interrumpirme.” mencionó Esther, haciendo hincapié en la importancia de estar conectados y comunicados.