Los vestigios hoy dormidos del Pinacate hicieron erupción hipotéticamente hace 4 millones de años, pero científica y oficialmente su última actividad fue hace 11 milenios.
El volcán se considera vena perteneciente a la Falla de San Andrés, por eso dice el vulgo regional sanluisino que vino con señales de actividad una fría madrugada del 30 de diciembre de 1934, indicó el profesor e historiador Federico Iglesias Serafín, quien aborda este tema en su libro “Puerto Isabel”.
Ese día, los habitantes de San Luís Río Colorado con sobresalto despertaron, lanzando cobijas al suelo, poniéndose en pie mareados, con estruendoso sacudimiento de un temblor; por lo que salieron de sus casas con susto, extrañeza y admiración, destacó el escritor.
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En unos segundos el Pinacate dio tímida señal de actividad; anchas fracturas en las playas bebieron el agua del Río Colorado, viéndose instantáneamente el fondo lodoso del cauce; prolongadas grietas derrumbaron los paredones de la mesa desértica, desquebrajando la curveada línea de casas en la retorcida calle Cuauhtémoc.
En ese momento, algunas personas aseguraron que el Pinacate con fumarolas resucitaba, aunque oficialmente en archivos de la Reserva de la Biosfera del Pinacate, está registrado el sismo con la fecha, indicando que las nubes negras vistas sobre la zona volcánica, fue estiércol de murciélago incendiado por las chispas de fuego producidas al chocar las piedras, como efectos del terremoto.
Federico Iglesias Serafín señaló que hay una tenebrosa historia de finales del 1800, pues platican de un sismo de inconmensurables proporciones causó muerte y desolación desde San Francisco, California hasta la ciudad de México y su epicentro se localizó en el hoy famosísimo Pueblo de Bavispe, Sonora.
Totalmente cierto es ya que el 3 de mayo de 1887 está registrado que la gente de Bavispe, Bacerac y Oputo (hoy Villa Hidalgo), Huásabas, Granados, Bacadéhuachi y Nácori se arrodillaron convencidos de haber llegado el fin del mundo; dicha región se estremeció con gran violencia derrumbándose casas, iglesias y escuelas ocasionando muerte a más de cincuenta habitantes entre hombres, mujeres y niños de aquellos municipios, quedando lastimadas familias enteras; tal fenómeno se atribuyó a la actividad del Pinacate, relató Federico Iglesias.
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SOBRE EL PINACATE
En la actualidad, la zona volcánica del Pinacate pertenece, parcialmente, a los territorios de las ciudades de San Luis Río Colorado, Sonoyta y Puerto Peñasco en el Estado de Sonora.
Es la zona un lugar sagrado de los Hia Ced O’odam, ancestros de Tohono O’otham de los cuales subsisten los actuales pápagos emparentados con los Hia c’ed o’odham en sus naciones Pimas, Akimel O’odham, “gentes del río” Colorado, Gila y Altar, hábitat de naciones originarias del noroeste mexicano: Pima, Seri, Maricopa, Cucapah, Pai Pai, Kiliwua, Halchedune y otros.
Todos ellos compartieron un mismo origen, un mismo idioma y un mismo dios: I’toi, cuya morada es el Pinacate, por lo que desde la antigüedad consideraron esta plancha volcánica como centro de la creación.
Situada dentro del Gran Desierto de Altar, sus oriundos “areneños”, nación del San Dieguito, fueron habitantes alimentados con flora y fauna costera del Golfo de California y bebiendo en fuentes dulces de humedales y tinajas en recovecos de los cráteres.
El Pinacate tiene una extensión de 1 mil 600 kilómetros cuadrados; con aproximadamente 400 conos de actividad volcánica; 9 cráteres masivos, siendo el cráter Elegante el más grande; restos de actividad volcánica (ceniza, roca de basalto, campos de lava), más de 560 especies de plantas, 56 especies de mamíferos, 43 especies de reptiles, 222 especies de aves y 4 especies de peces.
Tiene como elevación más alta 1 mil 190 metros en el volcán Santa Clara donde exhibe las cumbres de Santa Eulalia y Santa Brígida; zona explorada, convertida en objeto de interdisciplinarios estudios científicos desde Eusebio Kino en 1697, a Carl Sofus Lumholtz en 1909; utilizado como campo de entrenamiento por la NASA entre 1965 y 1970, principalmente para astronautas del Apolo 11 que llevó por primera vez al hombre a la Luna, puntualizó Iglesias Serafín.
El nombre de pinacate proviene de la palabra castellana mexicana derivada del término náhuatl PINACATL llamando al escarabajo hediondo, endémico de esta zona desértica