Las primeras salas de cine abrieron en el tiempo que San Luis Río Colorado apenas despuntaba como una comunidad rural, entre los treinta y cuarenta, cuando pasó de 910 a 2 mil 365 habitantes y no había comunicación al interior del país, a excepción de las inseguras y peligrosas travesías por el desierto mediante diligencias, vehículos adaptados para transportar a más de diez pasajeros.
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Así lo contó el escritor Ramón Noriega Rascón en su libro “Historias y narraciones del viejo San Luis Río Colorado. Un puente a nuestro pasado”, en el que narró que el cine se volvió un espectáculo para la población ávida de diversión, ya que alrededor de 1930 no había otras distracciones de las catalogadas “sanas” que consistían en ir a pasear al Río Colorado o platicar con los vecinos.
DESDE CINES AL AIRE LIBRE HASTA LUJOSAS SALAS
El primer cine que se estableció en los treinta fue propiedad de Epitacio León y solamente funcionó pocos meses. El espectáculo cinematográfico se ofrecía en una casa de dos pisos en calle Cuauhtémoc y avenida Obregón.
Después vendría el Cine Maya, que se localizó por calle Primera (entre avenidas Carlos G. Calles y Obregón), construido en los treinta, a casi media cuadra del primer Palacio Municipal.
Ramón Noriega destacó que el Cine Maya tenía las comodidades de una sala cinematográfica y aunque modesta, cumplía los estándares que exigía la población.
El Cine Maya contaba con buen servicio de dulcería y funcionó por tres décadas hasta que a principios de los sesenta dejó de ser redituable y cerró, refirió el escritor.
En 1948, cuando la marcha urbana del pujante poblado de San Luis Río Colorado llegaba hasta donde hoy están las calles Quinta y Sexta y la actual avenida Obregón, se inauguró el Cine Royal.
Ese cine estaba en la avenida Obregón, entre calles Primera y Segunda y era el más grande y lujoso centro de esparcimiento de la comunidad. El moderno edificio albergaba cerca de 800 personas que cómodamente sentadas disfrutaban un eficiente sistema de aire acondicionado.
Resaltó que esta empresa propiedad de la familia Esquer le dio un toque de prosperidad a la población.
Añadió que en los cincuenta se podía asistir al Cine Royal pagando la entrada con cinco bolsas vacías de café “Abarrotera” y para ingresar a la sala desde la dulcería había dos accesos protegidos con unas gruesas cortinas de terciopelo rojo para evitar el paso de la luz.
Asimismo, externó que en esos años de mitad del siglo XX los inmigrantes y empresarios españoles, Adolfo Curto y su hermano Eliodoro, emprendieron un emporio de tipo familiar, construyendo salas de cine en la región, incluyendo a esta ciudad, donde a mediados de los cincuenta pusieron en operación el Cinema Curto.
En la localidad existieron también otras empresas dedicadas a la proyección de películas como la que se estableció en un local sin techo en avenida Obregón y calle Tercera, “Cine Terraza”.
Otro cine que laboró en esta ciudad a mediados de 1970 y tampoco fue muy conocido fue el Cinema del Río, situado por la avenida Obregón, pero al igual que el “Cine Terraza” funcionó por poco tiempo.
Cabe destacar que otro de los cines de antaño fue el Cine “Gemelos Lefort”, ubicado en avenida 5 de mayo y calle 9.
Una de las principales salas fue el Cinema Royal, que tenía capacidad para recibir a alrededor de 800 cinéfilos en modernas instalaciones de Guillermo Esquer Zayas
