De enero a agosto suman más de 493 migrantes extraviados en el desierto, el número puede significar poco, pero detrás de cada cifra hay una historia de lucha, que en ocasiones termina en tristes hechos.
Jennifer Ramos Hernández, supervisora del Centro de Control Comando Comunicación Cómputo Coordinación e Inteligencia (C5i) compartió la historia de la llamada que le tocó atender hace algunos años, cuando un migrante extraviado le pidió orar por su él cuando sintió que iba a morir.
Aunque los operadores del C5i están capacitados para atender las llamadas de auxilio, en ocasiones algunas hacen eco en sus estados anímicos, sobre todo cuando no logran salvarlos de los embates del desierto.
“Recuerdo que estuve hablando con él un tiempo, pero no podíamos ubicarlo, dijo que tenía tres días caminando solo en el desierto, en un momento de la llamada, me pidió que orara por él, no lo hice en voz alta, pero si en mi mente”, recordó.
La supervisora del C5i comentó que el migrante demostraba estar muy cansado, su voz era lenta y baja, en un momento la llamada ser perdió y nunca pudo ser ubicado.
“Son esos casos que en verdad sí te hacen pensar, más porque no pudimos dar con su paradero”, comentó
LIMITAN EMPATÍA
Los operadores reciben a diario entre mil 500 y 2 mil 500 llamadas, en fin de semana se registra el mayor número de casos, la mayoría de ellas son de broma, el resto se trata de distintos sucesos, para lo cual deben estar preparados para resolver.
A fin de evitar que la empatía les gane, se ofrece a los operadores cursos de control de estrés, así como aprender a deslindarse de las llamadas una vez cuelgan la bocina, a fin de que su trabajo no afecte su salud mental.
“Todos aquí (C5i) tenemos algún caso que nos ha costado dejar ir, pero al final logramos, para ello también recibimos apoyo psicológico cuando lo requerimos”, finalizó.
Son esos casos que en verdad sí te hacen pensar, más porque no pudimos dar con su paradero.
Jennifer Ramos Hernández, Supervisora del C5i