Problemas político-sociales en su natal país llevaron a Edgar Luis a perderlo todo a tal grado de pasar las noches en la calle, por lo que decidió empezar de cero, en un nuevo lugar, sin imaginar que le traería consecuencias muy graves.
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Al inicio, el nativo de República Dominicana llegó al Sur de México, donde intentó hacer vida, sin embargo, dijo, fue víctima de discriminación e inseguridad de ese lado del país, por lo que decidió viajar al Norte y cruzar a Estados Unidos.
Al estar en Tijuana, Baja California, su oportunidad llegó y pudo brincar a California y a los días ya se encontraba en Miami, donde halló un lugar para vivir y donde trabajar como pintor de casas para una compañía local.
“En Miami estuve un tiempo donde viví muy tranquilo, allá hay muchos migrantes como yo, entonces logré adaptarme muy pronto, pues muchos te ayudan a salir adelante”.
“NADA ES PARA SIEMPRE”
“Un día al regresar de mi trabajo, atrás de mí llegaron gentes del gobierno para pedirme papeles de mi trabajo y la realidad es que no los tenía porque estaba trabajando como ilegal, entonces no me quedó de otra que confesar mi estatus y entender que nada es para siempre o al menos no para alguien que llega de ilegal a un país”.
Deportado por México, hoy el joven de 31 años se encuentra en San Luis Río Colorado y espera que los amigos que dejó en Estados Unidos puedan ayudarlo para que regrese a donde ya tenía un trabajo y un lugar seguro para vivir.
Lo más fuerte de cruzar ilegalmente la frontera hacia Estados Unidos es ver cómo otros migrantes quedan en el camino
LUIS EDGAR, MIGRANTE DOMINICANO
Mientras, Edgar no sólo volvió a la misma condición de calle de la que huyó en su país de origen, sino que ahora está en un lugar que además de no conocer le resulta difícil estar, aunque aquí esperará para reintentar cruzar a Estados Unidos.
“Ya estuve un tiempo en Tijuana y en Mexicali, pero hay mucha delincuencia allá, aquí en San Luis es más seguro, aunque es más caliente el clima, pero sé que puedo estar en el parque y nadie me estará molestando”.
VIVIÓ LA AMARGA EXPERIENCIA DE CRUZAR POR EL RÍO COLORADO
Cuando Edgar fue deportado por primera vez, desconocía los riesgos que significan atravesar la frontera por el Río Colorado, que divide a San Luis Río Colorado de Yuma, Arizona, por lo que ante la falta de dinero y con ello imposibilitado a cruzar de la mano de un “pollero”, se aventuró a más de 45°C que caracterizan a ese tramo.
“Son horas y horas de caminar con los rayos del sol encima, ante la falta de agua y comida, donde de hecho me tocó ver gente morir al no poder soportar los riesgos que implica cruzar por ahí”.
Sin saber qué hacer de su vida se encuentra Edgar, inmigrante de República Dominicana recientemente deportado por esta frontera