Los vendedores ambulantes instalados en el parque Yoreme se han visto afectados por la baja afluencia de gente en el sitio, además del alto número de personas que han elegido la venta informal de objetos de primera o segunda mano en distintos puntos del municipio, así como de la falta de algunos servicios relacionados al aspecto y servicios públicos del lugar.

Lo anterior, manifestado por los mismos trabajadores, quienes fueron respaldados por la voz y experiencia de Dora Alicia Ramírez, segundera con más de tres décadas de antigüedad, quien ha consentido a cientos de personas con sus atractivos raspados.

"No digo que se venda mucho. Yo sobrevivo con lo que vendo de mis raspados, con eso yo me mantengo." Un tema común entre los actuales vendedores, evocando a la nostalgia de mejores años llenos de trabajo y atractivo para su clientela. "Antes había más movimiento, porque el parque Yoreme era muy famoso, pero ahora se han abierto muchos puestos en otras partes. Pues ya casi no viene gente, no tanta como antes.”

“Aquí se llenaba mucho de gente, yo tenía dos carretas aquí antes y manos me hacían falta.", mencionó Ramírez, sin dejar de lado los comentarios acerca de problemas como la ausencia de sanitarios, electricidad y apoyo en las condiciones de sus respectivos puestos o carpas.