/ jueves 7 de marzo de 2024

Genes saltarines

Este viernes conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, una efeméride global que se dedica principalmente a abogar por la igualdad de género y la búsqueda de justicia ante los atropellos a la integridad que experimentan las mujeres día con día.

Asimismo, este día brinda la oportunidad de reconocer las contribuciones trascendentales de las mujeres en todas las esferas de la sociedad incluida la ciencia.

A pesar de los importantes avances, como lo vimos hace un par de semanas en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, las mujeres siguen enfrentándose a barreras en los campos científicos.

De ahí que es imperativo destacar los logros de las mujeres en la ciencia, abordar las disparidades de género y fomentar un entorno de inclusión y empoderamiento.

En esta ocasión para Bio-informando con el fin de enaltecer el rol de la mujer en la construcción de la ciencia, traemos la vida y contribuciones de una científica distinguida en el área de la genética: Barbara McClintock.

Barbara McClintock fue una científica estadounidense conocida por descubrir los transposones y el rol de los centrómeros y telómeros en la regulación genética. McClintock estudió en el Erasmus Hall High School de Brooklyn, Nueva York, donde destacó en Ciencias y en la Universidad de Cornell donde se especializó en botánica pero luego cambió a genética.

En 1927, McClintock comenzó su carrera como investigadora pasando gran parte de ella en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York.

La contribución más importante de McClintock a la ciencia fue el descubrimiento de la transposición genética, que observó en sus estudios sobre la genética del maíz.

McClintock detectó en el genoma del maíz, elementos genéticos móviles a los que llamó "elementos controladores" pero más tarde serían conocidos como transposones o ‘genes saltarines’. Un transposón, también conocido como gen saltarín o elemento genético móvil, es una secuencia de ADN que puede desplazarse de un lugar a otro dentro de un genoma.

Los transposones se encuentran prácticamente en todos los organismos, desde las bacterias hasta las plantas y los animales, incluidos los humanos y desempeñan un papel importante en la evolución de los genomas y pueden tener diversos efectos en el fenotipo (rasgos físicos) y la expresión génica de un organismo.

La detección de los transposones por Barbara McClintock se originó por su estudio extenso del genoma del maíz y específicamente en cómo sus genes influían en sus rasgos físicos; lo que llamó la atención de McClintock fue la aparición de patrones irregulares de herencia en los granos de maíz como sus coloraciones que no podían explicarse mediante la genética mendeliana tradicional.

De ahí que se planteó la hipótesis de que existían "elementos controladores" en el genoma del maíz que podían desplazarse, regular la expresión de los genes y por ende influir en los rasgos físicos del maíz.

McClintock observó que estos elementos podían alterar genes cercanos provocando cambios en el fenotipo de la planta (rasgos observables).

Después de diversos experimentos meticulosos, McClintock demostró que estos elementos controladores podían efectivamente reubicarse dentro del genoma.

A pesar de enfrentarse al escepticismo y la resistencia de la comunidad científica durante su carrera, McClintock siguió comprometida con su investigación y continuó haciendo importantes contribuciones a la genética lo que le valió numerosas distinciones y premios por su trabajo, incluido el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1983, convirtiéndose en la primera mujer en recibir un Premio Nobel no compartido en esa categoría.

Y así como McClintock, hay muchas mujeres que han logrado grandes aportes a la ciencia, los cuales deben ser visualizados y reconocidos para que con esperanza en un futuro no muy lejano, el género no sea una determinante en la búsqueda de un mundo mejor a través de los logros científicos.

Excelente fin de semana.


Este viernes conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, una efeméride global que se dedica principalmente a abogar por la igualdad de género y la búsqueda de justicia ante los atropellos a la integridad que experimentan las mujeres día con día.

Asimismo, este día brinda la oportunidad de reconocer las contribuciones trascendentales de las mujeres en todas las esferas de la sociedad incluida la ciencia.

A pesar de los importantes avances, como lo vimos hace un par de semanas en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, las mujeres siguen enfrentándose a barreras en los campos científicos.

De ahí que es imperativo destacar los logros de las mujeres en la ciencia, abordar las disparidades de género y fomentar un entorno de inclusión y empoderamiento.

En esta ocasión para Bio-informando con el fin de enaltecer el rol de la mujer en la construcción de la ciencia, traemos la vida y contribuciones de una científica distinguida en el área de la genética: Barbara McClintock.

Barbara McClintock fue una científica estadounidense conocida por descubrir los transposones y el rol de los centrómeros y telómeros en la regulación genética. McClintock estudió en el Erasmus Hall High School de Brooklyn, Nueva York, donde destacó en Ciencias y en la Universidad de Cornell donde se especializó en botánica pero luego cambió a genética.

En 1927, McClintock comenzó su carrera como investigadora pasando gran parte de ella en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York.

La contribución más importante de McClintock a la ciencia fue el descubrimiento de la transposición genética, que observó en sus estudios sobre la genética del maíz.

McClintock detectó en el genoma del maíz, elementos genéticos móviles a los que llamó "elementos controladores" pero más tarde serían conocidos como transposones o ‘genes saltarines’. Un transposón, también conocido como gen saltarín o elemento genético móvil, es una secuencia de ADN que puede desplazarse de un lugar a otro dentro de un genoma.

Los transposones se encuentran prácticamente en todos los organismos, desde las bacterias hasta las plantas y los animales, incluidos los humanos y desempeñan un papel importante en la evolución de los genomas y pueden tener diversos efectos en el fenotipo (rasgos físicos) y la expresión génica de un organismo.

La detección de los transposones por Barbara McClintock se originó por su estudio extenso del genoma del maíz y específicamente en cómo sus genes influían en sus rasgos físicos; lo que llamó la atención de McClintock fue la aparición de patrones irregulares de herencia en los granos de maíz como sus coloraciones que no podían explicarse mediante la genética mendeliana tradicional.

De ahí que se planteó la hipótesis de que existían "elementos controladores" en el genoma del maíz que podían desplazarse, regular la expresión de los genes y por ende influir en los rasgos físicos del maíz.

McClintock observó que estos elementos podían alterar genes cercanos provocando cambios en el fenotipo de la planta (rasgos observables).

Después de diversos experimentos meticulosos, McClintock demostró que estos elementos controladores podían efectivamente reubicarse dentro del genoma.

A pesar de enfrentarse al escepticismo y la resistencia de la comunidad científica durante su carrera, McClintock siguió comprometida con su investigación y continuó haciendo importantes contribuciones a la genética lo que le valió numerosas distinciones y premios por su trabajo, incluido el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1983, convirtiéndose en la primera mujer en recibir un Premio Nobel no compartido en esa categoría.

Y así como McClintock, hay muchas mujeres que han logrado grandes aportes a la ciencia, los cuales deben ser visualizados y reconocidos para que con esperanza en un futuro no muy lejano, el género no sea una determinante en la búsqueda de un mundo mejor a través de los logros científicos.

Excelente fin de semana.


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