El 17 de abril marca el Día Mundial de la Hemofilia, una fecha consagrada a la conciencia y solidaridad en torno a esta condición sanguínea. Instituido por la Federación Mundial de Hemofilia en honor al natalicio de su fundador, Frank Schnabel.
Bajo el lema "Acceso equitativo para todos: reconociendo todos los trastornos de la coagulación", la campaña de este año destaca la importancia de garantizar que cada individuo afectado tenga acceso a diagnósticos y tratamientos adecuados, sin importar su género, edad, ubicación geográfica u otras circunstancias.
La hemofilia, un trastorno genético que afecta la coagulación de la sangre, presenta síntomas que pueden variar en gravedad según el tipo y la cantidad de factor de coagulación que falta en el organismo.
Principalmente, este padecimiento puede desencadenar hemorragias espontáneas, después de que la persona que lo padece haya sido sometida a una operación o haya sufrido una lesión.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, se estima que 1 de cada 10 mil personas nace con él. La secretaría señala que la mejor forma de tratar la hemofilia es mediante la reposición del factor que falta, por vía intravenosa.
Tipos de Hemofilia
Asimismo, la hemofilia no es una enfermedad contagiosa, sino un trastorno genético hereditario. Se transmite de padres a hijos a través de un gen defectuoso en el cromosoma X.
Como resultado, la mayoría de las personas con hemofilia son hombres, ya que solo tienen un cromosoma X. Las mujeres pueden ser portadoras del gen defectuoso y transmitirlo a sus hijos varones, pero rara vez muestran síntomas de la enfermedad.
Existen principalmente dos tipos de hemofilia: La hemofilia A es el tipo más común y se caracteriza por la deficiencia del factor de coagulación VIII, mientras que la hemofilia B, también conocida como enfermedad de Christmas, implica la deficiencia del factor de coagulación IX.
Síntomas
De acuerdo con la Secretaría de Salud, los principales síntomas de la hemofilia incluyen:
- Hematomas excesivos o fácil aparición de hematomas.
- Sangrado prolongado después de cortes, lesiones o cirugías.
- Sangrado espontáneo en articulaciones, músculos o tejidos blandos.
- Hemorragias nasales frecuentes.
- Sangrado prolongado después de procedimientos dentales.
- Sangrado excesivo durante la menstruación en mujeres con hemofilia.
- Sangre en la orina o heces debido a sangrado interno.
