Las adicciones suelen ser difíciles de superar y pueden requerir tratamiento médico y psicológico, siendo San Luis Río Colorado unas de las ciudades con mayor número de personas consumidoras.
Desde hace 25 años Laura Esther Martínez Dunstan ha trabajado arduamente para ofrecer programas que reintegren a las personas a la sociedad, siendo miles los que ha tratado en dicho lapso.
La directora del Centro Especial para Adictos (CEA) relató que todo empezó en 1999, cuando la juventud estaba más “enganchada” a la heroína y no había lugares dignos para rehabilitarse.
“Cuando nosotros llegamos a SLRC nos encontramos con una sociedad muy lastimada, muy lesionada, de centros de rehabilitación que golpeaban a las personas, que las violentaban, y la gente estaba muy renuente a aceptar un apoyo diferente, nosotros les hablábamos de tratamientos que incluyeran profesionales, y sobre todo, el respeto a la persona, a los derechos humanos”.
En aquellos años el gobierno no apoyaba mucho a estas causas, pues comentó que las adicciones se veían como un problema de índole moral, que la persona consumía drogas porque “era floja” o porque “no servían para nada”. Eso cambió con la primera Norma Oficial Mexicana, donde se establecieron los lineamientos de cómo tratar las adicciones.
“Yo soy de San Luis y yo veía que en otras ciudades había mejores tratamientos para los jóvenes, para las familias, entonces nos propusimos a traer este nuevo programa, más humanista, más profesional, a integrar a psicólogos, a integrar a los médicos”.
Pese a las dificultades económicas y el estigma que presenció, Laura junto a su esposo logró consolidar el CEA, tanto para hombres como para mujeres, y actualmente están trabajando en un proyecto de consultas para personas externas, donde darán puntual seguimiento de los casos.
Algunos de los retos por los que ha pasado es la falta de empatía de la sociedad en general, pues todavía hay quienes cambian de lado de la calle cuando transitan frente al centro de rehabilitación. También en su momento sufrió de trato distinto por el simple hecho de dirigir un centro.
“Creo que esa es la parte más dolorosa, porque eso lo hemos ido cambiando, hemos ido tratando de cambiar esas cuestiones en la sociedad, pero creo que toda la sociedad debe de participar en eso, debe de participar en esa empatía hacia las personas”.
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Martínez Dunstan detalló que en San Luis hay alrededor de 7 mil personas adictas crónicas, sin embargo, lo que más preocupa es cómo la social ha ido en aumento, permeando en los niveles de violencia que se viven. Además, en la actualidad el 80% cuentan con síntomas de haber consumido sustancias opiáceas, como lo es el fentanilo, una droga que últimamente ha tomado popularidad en la región.
Atención a las mujeres
Algo a destacar es que Laura fue quien impulsó la creación del primer centro de rehabilitación exclusivo para mujeres, pues en un principio eran mixtos, lo cual era complicado de que funcionara.
“Yo veía cómo las mujeres eran avasalladas por los hombres dentro de los centros de rehabilitación, les seguían faltando al respeto y aparte de eso las mujeres se apartaban de su problemática, no podían trabajar su problemática porque se involucraban emocionalmente con los varones”.
Otra situación por las que las mujeres se tienen que enfrentar es por la recriminación de la sociedad e incluso de la propia familia, pues Laura Esther ha visto personalmente cómo se le apoya más a los hombres cuando pasan por una adicción. Además, se les exige reintegrarse a los trabajos o al cuidado de los niños en cuanto salen del programa de rehabilitación.
“Hay cosas tan ancestrales como eso, los roles familiares impuestos, son algo tan fuertes, que es muy difícil cambiarlo. A nosotros nos llama la atención que cuando vienen las familias a los tratamientos, vienen aquí con los varones la mayoría de las familias, sin embargo, aquí con las mujeres no, cuando debería ser al revés, deberían de apoyar más a la mujer porque es más vulnerable”.
Ante esta situación, en el CEA tuvieron que establecer un mes más en el programa de rehabilitación de las mujeres, periodo en el que hacen salidas paulatinas para que poco a poco puedan reintegrarse a la sociedad, al trabajo y a la familia.
“En la sociedad actual la mujer consumidora de drogas es mayormente estigmatizada, porque de alguna manera la mujer es la fuerza de la casa, la fortaleza, el bastión de la casa”.
