Alejandro Antonio Hernández González llegó a San Luis Río Colorado en mayo de 2010, procedente de El Salvador con la intención de cruzar sin documentos migratorios a Estados Unidos en busca de hacer realidad el llamado “sueño americano”, sin imaginar que sería en México donde lograría asentarse, formar una familia y emprender un negocio propio de venta de comida tradicional de su país.
El señor Hernández platicó que hace 12 años salió de El Salvador con el firme propósito de llegar a Estados Unidos pues tenía la idea de que sería la única manera en que lograría progresar económicamente ya que su padre había vivido por un tiempo en ese país. Sin embargo, al encontrarse ya en la frontera, fue su mismo padre quien lo desalentó a intentar el cruce ilegal por los riesgos que esta acción implica.
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“Cuando llegué a San Luis me comuniqué con mi padre y él me dijo que no cruzara, que mejor me quedara en México. Me habló de todos los peligros a los que podía enfrentarme si cruzaba, sobre todo, porque aquí es puro desierto y las temperaturas son muy extremas. Eso me hizo reflexionar y no crucé. Me quedé aquí. Mi papá tiene unos amigos que viven en Estados Unidos, pero tienen casa aquí en San Luis y me la prestaron. Ahí me quedé por un tiempo y me puse a trabajar”, externó.
El primer trabajo que consiguió Alejandro Hernández en esta ciudad fue en un “car wash”. “Cuando llegué a San Luis, un día salí a caminar y pasé por un lavado de carros. Me acerqué y pregunté si necesitaban un trabajador. El dueño me preguntó si sabía lavar carros y le contesté que sí, aunque yo jamás había lavado un carro. Me aventó una toalla y empecé a imitar lo que hacían los otros trabajadores. Ahí trabajé por 6 meses y a la par trabajaba en una tortillería”, contó.
La intención de trabajar en esta ciudad era reunir dinero para poder pagar a un “coyote” que lo guiara en el trayecto a Estados Unidos. Logró juntar 4 mil 500 dólares en dos años. Al estar listo para intentarlo sufrió una quemadura en el brazo al abrir un radiador de un carro, lo cual lo obligó a posponer el plan.
EMPRENDIÓ UN NEGOCIO PROPIO
En el transcurso de su recuperación se reencontró con Brianda Soto Chavarría, una joven a quien tiempo atrás había conocido. “Cuando la vi de nuevo empezamos una relación. Empezamos a salir y un mes y medio después nos fuimos a vivir juntos. Ya tenemos 10 años juntos y una hija de 7 años”.
Para poder contribuir a los gastos del hogar, Brianda se dio a la tarea de preparar botanas en casa para venderlas. En un principio, lo hacía sola, pero posteriormente su esposo, Alejandro Antonio le ayudó e incluyeron en el menú comida típica de El Salvador como las pupusas, hot dogs estilo salvadoreño, pastelitos que son una especie de empanada rellena de algún guisado, así como sushi, teriyaki, corn dogs y otros platillos.
Fue en 2018 cuando Alejandro Antonio dejó de trabajar como empleado para dedicarse de tiempo completo a la venta de comida preparada, junto con su esposa, por lo que adquirieron una carreta para establecer su negocio, el cual estaba ubicado en la avenida 5 de mayo y calle 30 y actualmente se localiza en la avenida 5 de mayo entre las calles 28 y 29.
Poco a poco, el restaurante “Rinconcito Salvadoreño” se ha ido aclientando y ha logrado crecer y se tiene contemplado aumentar los platillos del menú entre los que se incluirán los tradicionales de El Salvador.
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“Nunca me imaginé que me quedaría en México. Considero que en San Luis hay muchas oportunidades por ser una ciudad fronteriza. Con paciencia y dedicación aquí también se puede progresar. La economía aquí es buena. La gente es muy noble y le gusta comer en la calle”, puntualizó el salvadoreño.
