R OMA, Italia. En el bote degoma hay unos 130 inmigrantes. Como siempre hay mujeresembarazadas, niños y bebés. Quieren dejar finalmenteatrás la tortura, las violaciones, el hambre y ladesesperanza, quieren huir de Libia. Y también de la GuardiaCostera libia.
Hombre a hombre, mujer a mujer, niño a niñose negocia quién puede ir a Europa y quién tiene queregresar al infierno libio.
Al final el Aquarius, el barco de la ONG alemana,italiana y francesa SOS Mediterranee se dirige rumbo a Europa con39 mujeres y niños. El resto no lo ha conseguido. Algunasfamilias acaban divididas. "Un panorama terrible" paratodos los inmigrantes a bordo y también para los rescatistas,según señala la portavoz de SOS Jana Ciernioch, alrelatar lo sucedido, pero se trata de escenas que se repitenbastante en los últimos tiempos en el mar, en las aguas queseparan el norte de África de Europa.
El penúltimo fin de semana de abril, más de250 personas fueron devueltas a Libia y unas 900 fueron rescatadasbajo el mando de la costa italiana. Los barcos de rescate europeose enfrentan cada vez más con la guardia costera europea. Amenudo no queda definido quién puede rescatar a losinmigrantes. Se retrasan las misiones de rescate, lo que pone enpeligro vidas humanas, lamenta la Organización Internacionalpara las Migraciones (OIM).
"Italia está dejando de coordinar cada vezmás los rescates en el Mediterráneo", señala laportavoz de SOS Ciernioch. El objetivo es que las misiones quedenpor completo en manos libias antes de que acabe el 2020.
Es decir, a cargo de un país sumido en unaguerra civil y en el que las estructuras estatales estáncolapsadas.
Entrenada y equipada por la Unión Europea, laGuardia Costera libia será la encargada de impedir el viaje delos inmigrantes.
Amnistía Internacional acusó a parte de laguardia costera de cooperar con los traficantes de personas. Unavida humana apenas tiene valor en un país donde losinmigrantes van a campamentos en los que "la tortura y elmaltrato" son sistemáticos, según la ONU.
Se acabó con el principio humanitario que elgobierno italiano aplicaba en los rescates en el mar deinmigrantes, señaló Paolo Cuttitta, del Amsterdam Centrefor Migration and Refugee Law. Las organizaciones humanitarias hanpasado de ser socios a adversarias y las autoridades libiasestán bloqueando el viaje de los inmigrantes, lo que favorecea Italia.
En el pasado hubo hasta más de 10 barcos civilesen el Mediterráneo ejerciendo labores de rescate. Pero algunasorganizaciones se han retirado del todo porque la oposición ala inmigración hizo que se redujeran considerablemente losdonativos o porque no firmaron el "Código deConducta" para las organizaciones humanitarias que impuso elgobierno italiano para operar en la zona.
Otros barcos fueron incautados por las autoridades ysu destino está en los juzgados.
Las autoridades italianas inmovilizaron durantevarias semanas del barco español Open Arms y al capitán ya la responsable de la misión se le imputaron estarfavoreciendo la llegada de inmigración irregular. El juez queinstruye la causa ha liberado el barco y lo hizo con el argumentode que, teniendo en cuenta las circunstancias en Libia, es inhumanoque devuelvan allí a las personas.
Pero eso va a cambiar poco la política italianay europea respecto a la inmigración que procede del norte deÁfrica, pues su prioridad es mantener lejos de Europa acualquier precio a los inmigrantes, entre otros porque losgobernantes prefieren evitar grandes oleadas de odio racial en susrespectivos países.
El polémico acuerdo con los libios hizo que elaño pasado llegara a Italia llegara un tercio de inmigrantesmenos que el año precedente.
En lo que va de año fueron 18 mil 500 personasen lugar de 46 mil las que llegaron.
No obstante, murieron en la travesía más de550 inmigrantes. Y ahora, cuando las condicionesmeteorológicas comienzan a mejorar, los rescatistas creen quese realizarán más intentos de llevar a Europa por mar.Además, también ha aumentado la cifra de refugiados quellega a Europa por la ruta de Marruecos-España. A ello se sumaque, según estimaciones de la ONU, cientos de refugiadosmueren en el desierto intentando llegar a la costa.
¿Se puede entonces hablar de éxito?"Para (el gobierno italiano y Europa) se trata de unéxito en cuanto que las violaciones de los derechos humanosdejan de estar continuamente delante de nuestras cámaras detelevisión", explica Maurizio Ambrosini, docente depolítica migratoria en la universidad de Milán.