/ miércoles 24 de abril de 2024

Amat Cucapah | Ohio perdido entre Cuchanos

Al menos con vida avanzó James Ohio Pattie, guiando sus compañeros, huyendo sobre paredones corriente abajo del río Colorado, atinando llegar con los Cucapah, quienes los auxiliaron.

Pattie acampando 16 millas abajo de junta de los ríos Gila y Colorado, la noche del día 1º de diciembre de 1827, fue atacado bajo tormenta con furioso ventarrón, dentro de ciega oscuridad, entre lluvia golpeando como azotes, relámpagos y truenos; entre ensordecedores alaridos atemorizantes lanzados por los apodados Pipí Cuchanos, les robaron sus caballos, lanchas, arreos, enseres y provisiones.

Espantados llegaron con los Cucapah, éstos primero les ofrecieron comida, bajo ramada donde aliviaran sus heridas; Pattie observó a esta nación diferente; llevaban su cabello como alto copete, abultado molote amarrado con pañuelo sobre la cabeza; teniendo casi rasurado el derredor del casco, sobresalía el molote sobre el cráneo; con altura promedio de seis pies y tres pulgadas; lucen robustos, con piel obscura completamente desnudos; toda la tarde los jóvenes en dos bandos juegan a meter una pequeña argolla tejida de raíz a un canasto puesto en el suelo, como meta del contrario; mientras las mujeres cocinan la cacería del día, traídas por adultos; ya obscuras, sentados rodeando una fogata, invitaron entre ellos a los refugiados a fumar tabaco en pipa; al absorber entrecierran los ojos, parecen compartir simbólica amistad religiosa, como si fuera una mística ceremonia; en el ritual de fumar manifiestan hálito místico, con lo que se adivinaba creencia en la existencia a un maestro de la vida o adoración a un supremo espíritu.

Sus armas son muy semejantes a las usadas por otros indígenas de la región. Llevan una especie de mazo (rama terminada en bola) de 06 pies de largo, hechos de resistente pero elástica clase de madera que los españoles llaman “tornio” (mezquite tornillo); ellos los pulen con una roca; sus arcos con que lanzan flechas son a mitad de su estatura, aquellas son de una paja resistente, llevan al final tramo de dura madera, de una longitud igual que sus mazos, con una piedra puntiaguda en la punta.

Como a los cazadores de Pattie les robaron sus caballos, les urgía regresar a Kentucky. Pidieron ayuda a los Cucapah para cruzar el Colorado, informados que en costa del Pacífico anclaban barcos. Fueron trasladados con sus hermanos Cucapah de Baja California, quienes consultando con los ancianos atendieron el auxilio pedido por los refugiados para ser llevados a San Diego.

Al menos con vida avanzó James Ohio Pattie, guiando sus compañeros, huyendo sobre paredones corriente abajo del río Colorado, atinando llegar con los Cucapah, quienes los auxiliaron.

Pattie acampando 16 millas abajo de junta de los ríos Gila y Colorado, la noche del día 1º de diciembre de 1827, fue atacado bajo tormenta con furioso ventarrón, dentro de ciega oscuridad, entre lluvia golpeando como azotes, relámpagos y truenos; entre ensordecedores alaridos atemorizantes lanzados por los apodados Pipí Cuchanos, les robaron sus caballos, lanchas, arreos, enseres y provisiones.

Espantados llegaron con los Cucapah, éstos primero les ofrecieron comida, bajo ramada donde aliviaran sus heridas; Pattie observó a esta nación diferente; llevaban su cabello como alto copete, abultado molote amarrado con pañuelo sobre la cabeza; teniendo casi rasurado el derredor del casco, sobresalía el molote sobre el cráneo; con altura promedio de seis pies y tres pulgadas; lucen robustos, con piel obscura completamente desnudos; toda la tarde los jóvenes en dos bandos juegan a meter una pequeña argolla tejida de raíz a un canasto puesto en el suelo, como meta del contrario; mientras las mujeres cocinan la cacería del día, traídas por adultos; ya obscuras, sentados rodeando una fogata, invitaron entre ellos a los refugiados a fumar tabaco en pipa; al absorber entrecierran los ojos, parecen compartir simbólica amistad religiosa, como si fuera una mística ceremonia; en el ritual de fumar manifiestan hálito místico, con lo que se adivinaba creencia en la existencia a un maestro de la vida o adoración a un supremo espíritu.

Sus armas son muy semejantes a las usadas por otros indígenas de la región. Llevan una especie de mazo (rama terminada en bola) de 06 pies de largo, hechos de resistente pero elástica clase de madera que los españoles llaman “tornio” (mezquite tornillo); ellos los pulen con una roca; sus arcos con que lanzan flechas son a mitad de su estatura, aquellas son de una paja resistente, llevan al final tramo de dura madera, de una longitud igual que sus mazos, con una piedra puntiaguda en la punta.

Como a los cazadores de Pattie les robaron sus caballos, les urgía regresar a Kentucky. Pidieron ayuda a los Cucapah para cruzar el Colorado, informados que en costa del Pacífico anclaban barcos. Fueron trasladados con sus hermanos Cucapah de Baja California, quienes consultando con los ancianos atendieron el auxilio pedido por los refugiados para ser llevados a San Diego.