Luego de las sacudidas -literal-, que nos trajo el pasado mes de septiembre, ante el pesar y la herida que aun duele, retomamos la cotidianidad e infortunadamente la rutina va orillando a esos insospechados voluntarios dispuestos a arriesgar su propia vida con tal de rescatar cualquier indicio de supervivencia; a aquellos otros colectores de víveres y herramientas para -de otra forma-, sumarse a las tareas; a una sociedad ávida de aportar recursos en la medida de sus capacidades; a las instituciones y organismos internacionales solidarizados con este México tan humano, amistoso e igualmente solidario… La vida sigue y, salvo el retorno a clases de algunas escuelas afectadas, los edificios en escombros o maltrechos a los que, lejos de acostumbrarnos habremos de adoptar como símbolo de la tragedia, el show debe continuar…
Nuestra esencia ha sido vulnerada y nuestras memorias se encargan aun de provocar ese temido hueco en el estómago al menor movimiento en el suelo que pisamos; los temas de las recurrentes inclemencias naturales persisten aun en las pláticas familiares, laborales y sociales; no obstante, hemos de reencontrarnos bajo el principio de la supervivencia humana, aprovechando la oportunidad que ésos fenómenos han aportado a nuestra vida, bajo un nuevo esquema de valores y principios que veíamos muy deteriorados, por no decir perdidos en la sociedad mexicana.
Hoy, retomo un texto que por redes sociales llegó a mí, del que a mi parecer debemos sacar provecho para continuar esta aventura de vivir:
“ Yo quiero vivir!!! Yo no pienso vivir con miedo, pero sobre todo YA no quiero sentirme así. No pienso dejar de escuchar música por no escuchar la alarma, la música me da fuerza, vida, me conecta con lo más divino; no pienso vivir con una maleta de angustia de lado de mi cama, recordándome que cada noche me puede cargar el carajo; ni pienso bañarme rápido por miedo; ni dejar de salir de mi casa por temor a que tiemble y me muera, y no puedan encontrar mi cuerpo; ni dejar de ir a bailar, ni dejaré de ir al cine; ni voy a dejar de Convivir con la familia y amigos… Yo no te voy a regalar mi vida, no a ti miedo, ni estaré alerta cada noche, ¡¡¡¡¡¡ESO NO ES VIDA!!!!!
Dios, la vida me dejó para disfrutar al mil por ciento, yo no dejaré de vivir, no dejaré de respirar con calma, de bailar con gozo, de besar cerrando los ojos y de pensar que todo estará perfecto, no dejaré de cuidarme y cuidar a mis seres queridos.
Vida: te seguiré disfrutando con cada poro de mi ser, te voy a honrar, te vas a sentir orgullosa de mi, perdón si no lo he hecho pero el miedo me mostró lo que tenía que aprender en este viaje sacudiéndome y muy fuerte, pero ahora me toca aprender, actuar y VIVIR.
Voy a vivir amando, soltando máscaras y mirándome, consciente de lo perfecto y grandioso que soy; el amor infinito que vive en mi y como en ese martes pasado, cerrando mis ojos y confiando ciegamente que hay alguien sosteniéndome que, cuando sea su llamado, éste será perfecto, el mío y el de los míos: la devoción es ahora uno de mis más grandes regalos, y he de confiar sin cuestionar el orden perfecto de Dios, de esta vida de los que debo buscar solo paz y mucho amor.
Yo sobreviví al #terremoto del 2017, pero no pienso sólo sobrevivir, YO VOY A VIVIR Y EN GRANDE, Si no, ¿de qué sirvió todo esto?”
No obstante todo lo anterior y pasando a uno de los temas más polémicos de la tragedia que a mi parecer ha quedado un poco rezagado, pasemos a las consecuencia que el sismo dejó en las estructuras del campus Ciudad de México del Tecnológico de Monterrey, del que padres y madres de familia han denunciado que las autoridades escolares “no han dado la cara”, para explicar “¿por qué hubo 40 heridos y cinco muertos?” o “¿por qué se puso en riesgo la vida de todos los alumnos?”.
Es sabido que el plantel presentó fisuras, agrietamientos y desprendimientos luego del sismo del 7 de septiembre, y las autoridades escolares no suspendieron labores, por lo que la comunidad escolar fue sorprendida por el siguiente sismo, el del 19 de septiembre, que terminó por derrumbar diversas estructuras, matando a cinco estudiantes y lesionando a varios más.
Sin embargo, profesores, alumnos y exalumnos de la Institución han denunciado que la fragilidad de los puentes se conocía años atrás, señalando que desde antes de ingresar a las filas de formación del Tec, en las pláticas de introducción y en materia de Protección Civil, la comunidad siempre fue advertida de retirarse de esas áreas a sabiendas de que en caso de un sismo, podrían derrumbarse…
Inexplicablemente el tema ha sido muy poco exhibido pero las pruebas de dichas advertencias resultaron trágicas y evidentes… ¿Por qué tanta mesura en el tema del Tec? ¿La vida de éstos jóvenes valía menos que las de los alumnos del Enrique Rébsamen?
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