/ jueves 21 de marzo de 2024

Falso o verdadero indígena

Cuando Marto de la Cruz emerge en la historia, le dicen: ¡Farsante!; otros le tachan ¡mentiroso!; le gritan ¡mequetrefe!; pocos le aprecian como ‘’valiente Cucapah”; algunos le afirman inexistente.

Al perder México la guerra contra Estados Unidos en 1847, cundió -en la población mexicana fronteriza- ánimo confuso, actitud pesimista que sumado a la pobreza técnica de los habitantes del bajo Colorado, les vino tímides al comerciar: minerales, pesca, agricultura, pastos, leña. Esto enseñoreó a extranjeros saqueando nuestros recursos, trajinando montañas, ríos y costas, ante indiferencia gubernamental desde Ciudad de México. Los indígenas vieron su territorio invadido deseando hacer matanza general, echando extranjeros fuera del territorio. Esto nunca ocurrió, el obstáculo fue su enemistad intergrupal, falta de unidad.

Así apareció el general Marto de la Cruz -con arco, flecha y lanza vestido de guerrero Cucapah- ante el jefe político, Pedro Magaña Navarrete en la Paz Baja California: 14 de marzo 1870. Allá asombró con la encomienda que portaba. Dijo ser general de los dieguinos, yumas y cucapahs, quienes le ordenaron viajar ante la autoridad, así cumplía mandato de las naciones del río Colorado, solicitando protección al gobierno peninsular, aliviando miserable situación de pobreza en que se debatían casi 5 mil almas: por eso recorrió navegando más de 1 200 kilómetros. Marto dijo defendían la frontera, impidiendo corrimientos de la línea; denunció el saqueo de azufre y minerales que aumentaría cuando llegara el ferrocarril hasta San Diego. Informó la suprema fertilidad de sus tierras para cultivos y urgía abastecimiento desde Altar, Caborca, Real del Pitic, porque surtían mercancías en barco desde San Francisco transbordándolas en Puerto Isabel; dijo corrían diligencia de compañía norteamericana transportando cargas en ruta “Postas” con hoteles, aprovechando forraje y agua sin pagar, como autoridad impidiendo a los indígenas vender leña, hortalizas y pieles a los barcos.

Exigia reconocer a los indios como propiedad: bosques, pastos, minerales, animales, costas y ríos; pagarles por pastizal del ganado, renta por terrenos a comerciantes y compañias de transporte. Si reconocían sus derechos, Marto de la Cruz prometía buscar el bien de sus gentes; con el dinero colectado pagaría vigilantes, como autoridad civil; aseguró hablar el idiomas de las tribus e inglés, algo francés y actualmente aprendía a leer y escribir castellano. Fueron peticiones oídas, escritas y enviadas por Pedro Magaña en carta al presidente don Benito Juárez García, quien le contesta de modo diligente y respetuoso al generalísimo Marto de la Cruz.

Cuando Marto de la Cruz emerge en la historia, le dicen: ¡Farsante!; otros le tachan ¡mentiroso!; le gritan ¡mequetrefe!; pocos le aprecian como ‘’valiente Cucapah”; algunos le afirman inexistente.

Al perder México la guerra contra Estados Unidos en 1847, cundió -en la población mexicana fronteriza- ánimo confuso, actitud pesimista que sumado a la pobreza técnica de los habitantes del bajo Colorado, les vino tímides al comerciar: minerales, pesca, agricultura, pastos, leña. Esto enseñoreó a extranjeros saqueando nuestros recursos, trajinando montañas, ríos y costas, ante indiferencia gubernamental desde Ciudad de México. Los indígenas vieron su territorio invadido deseando hacer matanza general, echando extranjeros fuera del territorio. Esto nunca ocurrió, el obstáculo fue su enemistad intergrupal, falta de unidad.

Así apareció el general Marto de la Cruz -con arco, flecha y lanza vestido de guerrero Cucapah- ante el jefe político, Pedro Magaña Navarrete en la Paz Baja California: 14 de marzo 1870. Allá asombró con la encomienda que portaba. Dijo ser general de los dieguinos, yumas y cucapahs, quienes le ordenaron viajar ante la autoridad, así cumplía mandato de las naciones del río Colorado, solicitando protección al gobierno peninsular, aliviando miserable situación de pobreza en que se debatían casi 5 mil almas: por eso recorrió navegando más de 1 200 kilómetros. Marto dijo defendían la frontera, impidiendo corrimientos de la línea; denunció el saqueo de azufre y minerales que aumentaría cuando llegara el ferrocarril hasta San Diego. Informó la suprema fertilidad de sus tierras para cultivos y urgía abastecimiento desde Altar, Caborca, Real del Pitic, porque surtían mercancías en barco desde San Francisco transbordándolas en Puerto Isabel; dijo corrían diligencia de compañía norteamericana transportando cargas en ruta “Postas” con hoteles, aprovechando forraje y agua sin pagar, como autoridad impidiendo a los indígenas vender leña, hortalizas y pieles a los barcos.

Exigia reconocer a los indios como propiedad: bosques, pastos, minerales, animales, costas y ríos; pagarles por pastizal del ganado, renta por terrenos a comerciantes y compañias de transporte. Si reconocían sus derechos, Marto de la Cruz prometía buscar el bien de sus gentes; con el dinero colectado pagaría vigilantes, como autoridad civil; aseguró hablar el idiomas de las tribus e inglés, algo francés y actualmente aprendía a leer y escribir castellano. Fueron peticiones oídas, escritas y enviadas por Pedro Magaña en carta al presidente don Benito Juárez García, quien le contesta de modo diligente y respetuoso al generalísimo Marto de la Cruz.