/ miércoles 31 de enero de 2024

Infierno en Cerro Prieto

Sobre lodazal caliente, borbotones humeantes y chorros vaporizantes ardiendo transitó Melchor Díaz, viniendo desde San Jerónimo de los Corazones con 25 soldados e indígenas aliados, cruzó el río Colorado buscando a Hernando de Alarcón en 1540.

En tercer semana de septiembre llegan enviados por el virrey don Antonio de Mendoza – como expedición terrestre- para contactar a Alarcón, quien contra corriente navega el Colorado como parte marítima, indagando por las destellantes de oro: Siete Ciudades del Cíbola y la Gran Quivira, quien dejaría señal convenida. Al recorrer desde San Jerónimo alrededor de 650 kilómetros encontraron aquí a los “Cucapah”, como gente fuerte y alta pareciendo gigantes, quienes dormían en largas chozas colectivas, como zahúrdas metidas debajo de la tierra, cuyo techo sobresalía al nivel de las veredas. Ayudados por ellos cruzaron el río hacia California sobre la zona volcánica de Cerro Prieto, avanzando entre sofocantes nubes blancas de vapor, donde sus caballos trotaban asustados y la tropa con imaginación animista creyó estar en el verdadero Infierno ardiendo en la Tierra.

Aterrorizados sus ojos miraban demonios y oían “ayes” en gritos, alaridos lacerantes de infinito dolor, sufriendo almas en pena. Es evidente residencia de la nación Cucapah, como gentes ancestrales en este territorio déltico; su espíritu étnico manifestó cosmogonía ligada a formación de Cerro Prieto, transmitida en leyendas orales, una es: “como una bruja los diezma hasta dejar una sola familia, donde el varón quema a la bruja vengando a su tribu, emergiendo el volcán con humo y fuego”.

Otra leyenda habla de una mujer hiriendo a un animal, que en estertores de agonía revolcándose acumula tierra con sus patas, formado el cono.

Tan imaginada descripción corresponde a la extensa zona derredor a la montaña “Cerro Prieto” con dos estructuras prominentes volcánicas: una es el cono, (montículo) elevado a 260 metros snm; en su interior se aprecia el cráter elíptico de 387 x 337 metros y la otra estructura con los tres domos volcánicos notables.

Pues sobre esta región transitó Melchor Díaz bordeando ambas riberas del Colorado, buscando barcos y señal convenida con Alarcón; la hallaron entre el territorio Yuma-Quechan, una cruz marcada sobre un árbol con texto: “Alarcón, cartas al pie”; sucediendo un accidente, Melchor persiguiendo un perro que dispersaba unas cabras, se clavó el reverso de su lanza en la entrepierna. Fue traído sobre parihuela llegando a Sonoyta con vida, adelante murió siendo sepultado; sus compañeros regresaron a San Jerónimo.

Sobre lodazal caliente, borbotones humeantes y chorros vaporizantes ardiendo transitó Melchor Díaz, viniendo desde San Jerónimo de los Corazones con 25 soldados e indígenas aliados, cruzó el río Colorado buscando a Hernando de Alarcón en 1540.

En tercer semana de septiembre llegan enviados por el virrey don Antonio de Mendoza – como expedición terrestre- para contactar a Alarcón, quien contra corriente navega el Colorado como parte marítima, indagando por las destellantes de oro: Siete Ciudades del Cíbola y la Gran Quivira, quien dejaría señal convenida. Al recorrer desde San Jerónimo alrededor de 650 kilómetros encontraron aquí a los “Cucapah”, como gente fuerte y alta pareciendo gigantes, quienes dormían en largas chozas colectivas, como zahúrdas metidas debajo de la tierra, cuyo techo sobresalía al nivel de las veredas. Ayudados por ellos cruzaron el río hacia California sobre la zona volcánica de Cerro Prieto, avanzando entre sofocantes nubes blancas de vapor, donde sus caballos trotaban asustados y la tropa con imaginación animista creyó estar en el verdadero Infierno ardiendo en la Tierra.

Aterrorizados sus ojos miraban demonios y oían “ayes” en gritos, alaridos lacerantes de infinito dolor, sufriendo almas en pena. Es evidente residencia de la nación Cucapah, como gentes ancestrales en este territorio déltico; su espíritu étnico manifestó cosmogonía ligada a formación de Cerro Prieto, transmitida en leyendas orales, una es: “como una bruja los diezma hasta dejar una sola familia, donde el varón quema a la bruja vengando a su tribu, emergiendo el volcán con humo y fuego”.

Otra leyenda habla de una mujer hiriendo a un animal, que en estertores de agonía revolcándose acumula tierra con sus patas, formado el cono.

Tan imaginada descripción corresponde a la extensa zona derredor a la montaña “Cerro Prieto” con dos estructuras prominentes volcánicas: una es el cono, (montículo) elevado a 260 metros snm; en su interior se aprecia el cráter elíptico de 387 x 337 metros y la otra estructura con los tres domos volcánicos notables.

Pues sobre esta región transitó Melchor Díaz bordeando ambas riberas del Colorado, buscando barcos y señal convenida con Alarcón; la hallaron entre el territorio Yuma-Quechan, una cruz marcada sobre un árbol con texto: “Alarcón, cartas al pie”; sucediendo un accidente, Melchor persiguiendo un perro que dispersaba unas cabras, se clavó el reverso de su lanza en la entrepierna. Fue traído sobre parihuela llegando a Sonoyta con vida, adelante murió siendo sepultado; sus compañeros regresaron a San Jerónimo.