Las hermanas Lucía y Cristina Rubio Martínez, dedicadas desde hace 15 años a la elaboración de piñatas, sufren afectaciones por la pandemia del Covid-19, debido a la disminución de las ventas al no permitirse los eventos sociales por el riesgo que implica la aglomeración de gente.
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Lucía platicó que se involucraron en el “mundo de las piñatas” como una manera de obtener ingresos económicos, ya que ella y su hermana gemela, Cristina, estaban desempleadas y por su edad, les resultaba difícil colocarse en alguna empresa.
Para aprender este oficio no fueron a un curso, pues solo se pusieron a practicar en casa. “Aprendimos hacer piñatas viendo. Íbamos a las dulcerías y las mirábamos y así empezamos”, dijo.
El tiempo que se invierte en la confección de las piñatas varía de acuerdo al tamaño y modo de la figura. “Hacemos piñatas de un metro de alto y las más grandes miden, aproximadamente, dos metros. Lo que más nos piden son personajes infantiles”.
La creación de piñatas requiere dedicación y destreza. “Para que una piñata quede bien necesitamos dedicarle tiempo, no se hacen en un ratito. Sobre todo, las que llevan muchos detalles como los ´transformers´”, explicó.
Comentó que, al prohibirse los festejos desde el mes de marzo a la fecha, por la contingencia sanitaria por el Covid-19, la venta de piñatas bajó de manera considerable.
“Antes de la pandemia vendíamos hasta 10 piñatas cada fin de semana y ahora con todo esto del coronavirus nos piden una o dos y a veces ninguna. Estamos batallando mucho porque nosotros de eso nos sostenemos”, externó Lucía Rubio.