Federico Collaso aprendió a elaborar calzado artesanal cuando tenía 13 años de edad y hoy en día es dueño de su propio negocio el cual le ha brindado la oportunidad de recorrer, prácticamente, toda la República Mexicana.
El señor Collaso platicó que nació en San Luis Potosí, pero cuando era un niño de 13 años se fue a vivir a León, Guanajuato, en busca de mejores oportunidades de vida pues en su lugar de residencia la situación económica era muy complicada.
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Dijo que al llegar a León se puso en contacto con unas personas que eran dueños de una cadena de carnicerías. Sin embargo, en el trayecto conoció a gente que se dedicaba a la fabricación de calzado quienes le ofrecieron empleo y él, sin pensarlo dos veces, aceptó.
“Cuando tenía 13 años aprendí a hacer zapatos. Sé hacer un zapato desde cero. Fue así como empecé, pero como no me gusta estar encerrado decidí unirse a las expos zapateras para poder viajar y conocer nuevos lugares. También este trabajo me ha dado la oportunidad de conocer a muchas personas, de diferentes lugares”.
Federico Collaso externó que por un tiempo trabajó como empleado en un antro. “Al antro iban unos clientes que son expositores de calzado y me ofrecieron trabajar con ellos y acepté. Empecé como empleado, pero ahora ya tengo mi propio negocio”.
El zapatero comentó que a la hora de fabricar zapatos de forma artesanal se utilizan diversos materiales entre los que mencionó hilos, molduras, pegamento, baquetas, pieles, mezclilla, suelas y otros más.
Actualmente, el señor Collaso se encuentra en San Luis Río Colorado participando en una expo zapatera. Agregó que ha visitado esta ciudad en 9 ocasiones, pues cada año viene junto con sus compañeros empresarios de calzado y otros productos que son fabricados en León, Guanajuato.
Para Federico tener un negocio propio es motivo de orgullo y satisfacción, tomando en cuenta que el oficio de fabricante de calzado lo aprendió, podría decirse, accidentalmente, ya que la intención que tuvo al salir de San Luis Potosí rumbo a León, Guanajuato era trabajar en una carnicería.
“En este negocio nos han tocado altibajos. Hace tiempo se nos quemó todo en un incendió en Nogales y tuvimos que empezar, como quien dice, de cero, pero aquí seguimos echándole ganas. Mientras haya vida hay esperanza”.
El empresario consideró que no hay una edad para empezar un negocio propio o cualquier proyecto. No hay una edad límite para soñar, por lo que alentó a la población a luchar por alcanzar las metas que se propongan.
Recordó que la primera gira que efectuó con la expo zapatera hace 14 años fue de León a Torreón, Coahuila y la segunda de León a Ensenada y posteriormente vinieron muchos viajes más al sur y al norte de México.
Para finalizar, comentó: “Para que una persona rinda en su trabajo debe gustarle lo que hace. A mí me apasiona lo que hago y pienso hacerme viejo en esto”.