Todos los días, Roberto Ramírez Ordorica, de 67 años de edad, recorre las calles de la ciudad para ofrecer en venta algodones de azúcar y manzanas cubiertas de caramelo para llevar el sustento diario a su hogar.
El señor Roberto mencionó que en ocasiones se cansa de caminar, pues por lo general, el trayecto que hace para vender sus productos, es de alrededor de 8 horas diarias.
“Sí me canso, por eso a veces me detengo unos minutos a descansar debajo de la sombra de un árbol cuando es tiempo de calor o en el solecito en tiempo de frío”.
Recordó que llegó a esta ciudad a los 14 años de edad, procedente del estado de Zacatecas, acompañado de su familia, sus padres y hermanos en busca de mejores oportunidades para vivir.
Roberto Ramírez ha tenido múltiples trabajos, uno de estos y que sigue ejerciendo ocasionalmente es el de ayudante de albañil. “Ya tengo tiempo vendiendo. En tiempo de frío vendo algodones de azúcar y manzanas cubiertas de caramelo y de chile. Le ayudo a venderlas a un señor y pues él me da un porcentaje de las ventas”.
Refirió que durante el verano cambia las manzanas acarameladas y los algodones de azúcar por paletas de hielo, bolis y nieves, tomando en cuenta que son productos de gran demanda en ciudades como San Luis Río Colorado donde las temperaturas se acercan a los 50 grados centígrados.
El señor Ramírez señaló que no tiene una zona de la mancha urbana específica para vender sus productos, aunque dijo que por lo general camina de la avenida México y calle 15 hasta la calle 42, de las 10:00 de la mañana a las 3:00 de la tarde.
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A pesar de que el salario que percibe de la venta de los algodones de azúcar no es muy elevado, Roberto manifestó que disfruta este trabajo porque se siente libre, debido a que tiene la oportunidad de trabajar a su ritmo y no está sujeto a un horario determinado.
“Haciendo esto me siento libre, me gusta caminar y recorrer las colonias. Esto lo hago todos los días y también sigo trabajando como ayudante de albañil, pero ya no tan seguido como antes”.
Para finalizar, hizo un llamado a la población para que cuando lo vean en la calle, le compren un algodón de azúcar o manzanas acarameladas las cuales tienen un precio de 25 y 30 pesos, respectivamente.