/ jueves 9 de mayo de 2024

Gran Hermano mexicano

En la novela 1984 de George Orwell, el Gran Hermano es un tirano que pretende tener a su disposición los medios para enterarse de todo lo que hacen sus súbditos. La idea es que no debe haber espacios que no estén controlados y vigilados por la autoridad.

Este personaje es un símbolo del totalitarismo, que es el intento de no dejar resquicios para el despliegue de la libertad humana. Así, la intimidad y la privacidad son regiones de la condición humana que no deberían existir.

La medicina contra el peligro totalitario siempre ha sido mantener transparente la vida pública al tiempo que se protege la intimidad y privacidad de las personas.

Es por eso que es un acierto mantener bajo la misma autoridad las actividades de vigilancia de los gobiernos para asegurar que sean transparentes al tiempo que se protegen los datos personales.

Revelar información privada de alguien es un grave atentado contra la integridad de las personas. La teoría liberal ha establecido claramente los límites que deben existir entre lo público y lo privado. La idea es que llevar la vida privada al ámbito público constituye un atentado a la intimidad. La experiencia humana ha demostrado que hay regiones de la vida que no deben ser expuestas, ya que esto impactaría en contra de su integridad psicológica y en contra de su libertad de actuar.

La prohibición aplica a actores privados, pero con mayor claridad a los Gobiernos. Por eso a muchos nos indignó - aunque no nos sorprendió - que el Presidente López Obrador haya decidido hacer públicos los datos personales de la conocida académica y luchadora contra la corrupción, María Amparo Casar.

La indignación aumenta cuando nos damos cuenta de que no sólo se atentó contra el derecho de ella, sino también contra el derecho a la privacidad de familiares suyos.

Muchos en los medios buscan desviar la atención hacia un supuesto caso de corrupción que nadie ha probado y que, en todo caso, constituye materia del derecho laboral.

Hay que decirlo con fuerza: el asunto fundamental en este caso es de carácter político. Hace unos días, María Amparo Casar había publicado un libro, "Los puntos sobre las íes: el legado de un gobierno que mintió, robó y traicionó", que dado la calidad académica de la autora iba a ser tomado muy en serio por muchos lectores mexicanos. Faltando menos de un mes para la elección, seguramente el Presidente sintió que las serias acusaciones formuladas en el libro contra varias de sus fallidas políticas podrían tener un impacto electoral contra su candidata.

En esto tiene razón. En lo que no la tiene es en haber usado todo el poder del Estado mexicano contra una ciudadana. A nivel ético, se trata de un caso claro de abuso de poder. A nivel legal, es un atentado contra la privacidad de María Amparo Casar y su familia.

Pero el Presidente de la República se ha vuelto a equivocar porque en lugar de condenarla ante el juicio de la opinión pública ha revelado a Casar como una heroína cívica.

Es que así suele pasar con gobiernos autoritarios: al final su despotismo se torna en contra suya.


En la novela 1984 de George Orwell, el Gran Hermano es un tirano que pretende tener a su disposición los medios para enterarse de todo lo que hacen sus súbditos. La idea es que no debe haber espacios que no estén controlados y vigilados por la autoridad.

Este personaje es un símbolo del totalitarismo, que es el intento de no dejar resquicios para el despliegue de la libertad humana. Así, la intimidad y la privacidad son regiones de la condición humana que no deberían existir.

La medicina contra el peligro totalitario siempre ha sido mantener transparente la vida pública al tiempo que se protege la intimidad y privacidad de las personas.

Es por eso que es un acierto mantener bajo la misma autoridad las actividades de vigilancia de los gobiernos para asegurar que sean transparentes al tiempo que se protegen los datos personales.

Revelar información privada de alguien es un grave atentado contra la integridad de las personas. La teoría liberal ha establecido claramente los límites que deben existir entre lo público y lo privado. La idea es que llevar la vida privada al ámbito público constituye un atentado a la intimidad. La experiencia humana ha demostrado que hay regiones de la vida que no deben ser expuestas, ya que esto impactaría en contra de su integridad psicológica y en contra de su libertad de actuar.

La prohibición aplica a actores privados, pero con mayor claridad a los Gobiernos. Por eso a muchos nos indignó - aunque no nos sorprendió - que el Presidente López Obrador haya decidido hacer públicos los datos personales de la conocida académica y luchadora contra la corrupción, María Amparo Casar.

La indignación aumenta cuando nos damos cuenta de que no sólo se atentó contra el derecho de ella, sino también contra el derecho a la privacidad de familiares suyos.

Muchos en los medios buscan desviar la atención hacia un supuesto caso de corrupción que nadie ha probado y que, en todo caso, constituye materia del derecho laboral.

Hay que decirlo con fuerza: el asunto fundamental en este caso es de carácter político. Hace unos días, María Amparo Casar había publicado un libro, "Los puntos sobre las íes: el legado de un gobierno que mintió, robó y traicionó", que dado la calidad académica de la autora iba a ser tomado muy en serio por muchos lectores mexicanos. Faltando menos de un mes para la elección, seguramente el Presidente sintió que las serias acusaciones formuladas en el libro contra varias de sus fallidas políticas podrían tener un impacto electoral contra su candidata.

En esto tiene razón. En lo que no la tiene es en haber usado todo el poder del Estado mexicano contra una ciudadana. A nivel ético, se trata de un caso claro de abuso de poder. A nivel legal, es un atentado contra la privacidad de María Amparo Casar y su familia.

Pero el Presidente de la República se ha vuelto a equivocar porque en lugar de condenarla ante el juicio de la opinión pública ha revelado a Casar como una heroína cívica.

Es que así suele pasar con gobiernos autoritarios: al final su despotismo se torna en contra suya.