/ sábado 1 de mayo de 2021

Un político deshonesto, es un político peligroso

Uno de los principios que debemos fomentar es el de la honestidad. Soy un convencido de ello. Aspirar a practicar el arte de la política y carecer de esta formación, es anunciar un futuro social ominoso, y peligroso.

La honestidad viene de la formación familiar, de los valores adquiridos en su seno, fortalecidos en la escuela por la dignidad de la enseñanza de nuestros maestros, y la práctica que hagamos de ella.

¡Cuando la deshonestidad se sube a la cima del poder amenaza con destruir el entorno social y afecta la tranquilidad de las familias!

He recorrido ya por 38 municipios de mi querido estado. Me he encontrado con infinidad de carencias. La más dolorosa: El desempleo y la pobreza. Ambas, cual si fueran monstruos que debilitan el tejido social.

Es cierto que tenemos ciudades prósperas. Pero no es menos cierto que en muchas comunidades de Sonora escasea el alimento en la mesa de las familias. Y en muchas de ellas, se subsiste por debajo de la línea del bienestar que se mide por la canasta básica.

¡Es un clamor la solución a esta problemática!

La obligación de un gobernante es estar plenamente identificado con el sentir de la población. Accionar la búsqueda de soluciones. Desahogar con la prioridad debida esta urgente agenda social.

La economía sonorense que ya venía creciendo a un ritmo inferior al promedio nacional, se vio agravada por la pandemia, y el desempleo afectó a empresarios, comerciantes y trabajadores en general.

¡Las alertas debieran están encendidas!, ¡La respuesta del Estado debiera estar en marcha!

¿Qué ocurre, dónde están las autoridades, dónde está el plan estatal que reaccione ante la emergencia que se vive?

Como candidato a gobernador he dejado en claro mi inconformidad. El gobierno estatal sufre de una parálisis que resulta fatal para los sonorenses. Reitero: ¿Dónde está el plan de emergencia para recuperar el dinamismo económico?

¡No existe, es la verdad!

Allá en las comunidades, en los municipios “pequeños” o “medianos”, en mis diálogos con los ciudadanos, hombres y mujeres, también ignoran de algún “plan emergente” para recuperar los empleos perdidos, para revitalizar el comercio.

Es la razón de mi propuesta, originada desde la base de la sociedad: De llegar al gobierno estatal, poner en marcha un plan de inmediata respuesta en los municipios: Inversión pública, previa concertación y participación de los diferentes sectores de la sociedad, para generar obras y fuentes de empleo. ¡Pero hacerlo en forma inmediata!

Soy honesto: Me indigna la parálisis gubernamental cuya indiferencia deja en estado de indefensión a miles de familias.

La emergencia reclama:

  • Inversión pública concertada con el sector privado.
  • Gasto público en infraestructura básica.
  • Impulso a la pequeña y mediana empresa para enlazarla con el sector primario: agricultura, ganadería, minería.
  • Fomentar nuevas inversiones con premios fiscales.
  • Alentar la actividad turística.

Acciones que deberán ir acompañadas de apoyos directos a las familias de menores recursos económicos. Acompañarlas en los difíciles momentos que viven.

Y todas las acciones de mi gobierno, tendrán como soporte un manejo pulcro, de cara a la sociedad, transparente, de los recursos públicos.

Sí, la honestidad es un valor, es un principio. Pero hay que ponerlo en práctica. Porque como discurso, es palabrería hueca. Y Sonora merece lo mejor.

¡Ánimo, sigamos adelante!

Uno de los principios que debemos fomentar es el de la honestidad. Soy un convencido de ello. Aspirar a practicar el arte de la política y carecer de esta formación, es anunciar un futuro social ominoso, y peligroso.

La honestidad viene de la formación familiar, de los valores adquiridos en su seno, fortalecidos en la escuela por la dignidad de la enseñanza de nuestros maestros, y la práctica que hagamos de ella.

¡Cuando la deshonestidad se sube a la cima del poder amenaza con destruir el entorno social y afecta la tranquilidad de las familias!

He recorrido ya por 38 municipios de mi querido estado. Me he encontrado con infinidad de carencias. La más dolorosa: El desempleo y la pobreza. Ambas, cual si fueran monstruos que debilitan el tejido social.

Es cierto que tenemos ciudades prósperas. Pero no es menos cierto que en muchas comunidades de Sonora escasea el alimento en la mesa de las familias. Y en muchas de ellas, se subsiste por debajo de la línea del bienestar que se mide por la canasta básica.

¡Es un clamor la solución a esta problemática!

La obligación de un gobernante es estar plenamente identificado con el sentir de la población. Accionar la búsqueda de soluciones. Desahogar con la prioridad debida esta urgente agenda social.

La economía sonorense que ya venía creciendo a un ritmo inferior al promedio nacional, se vio agravada por la pandemia, y el desempleo afectó a empresarios, comerciantes y trabajadores en general.

¡Las alertas debieran están encendidas!, ¡La respuesta del Estado debiera estar en marcha!

¿Qué ocurre, dónde están las autoridades, dónde está el plan estatal que reaccione ante la emergencia que se vive?

Como candidato a gobernador he dejado en claro mi inconformidad. El gobierno estatal sufre de una parálisis que resulta fatal para los sonorenses. Reitero: ¿Dónde está el plan de emergencia para recuperar el dinamismo económico?

¡No existe, es la verdad!

Allá en las comunidades, en los municipios “pequeños” o “medianos”, en mis diálogos con los ciudadanos, hombres y mujeres, también ignoran de algún “plan emergente” para recuperar los empleos perdidos, para revitalizar el comercio.

Es la razón de mi propuesta, originada desde la base de la sociedad: De llegar al gobierno estatal, poner en marcha un plan de inmediata respuesta en los municipios: Inversión pública, previa concertación y participación de los diferentes sectores de la sociedad, para generar obras y fuentes de empleo. ¡Pero hacerlo en forma inmediata!

Soy honesto: Me indigna la parálisis gubernamental cuya indiferencia deja en estado de indefensión a miles de familias.

La emergencia reclama:

  • Inversión pública concertada con el sector privado.
  • Gasto público en infraestructura básica.
  • Impulso a la pequeña y mediana empresa para enlazarla con el sector primario: agricultura, ganadería, minería.
  • Fomentar nuevas inversiones con premios fiscales.
  • Alentar la actividad turística.

Acciones que deberán ir acompañadas de apoyos directos a las familias de menores recursos económicos. Acompañarlas en los difíciles momentos que viven.

Y todas las acciones de mi gobierno, tendrán como soporte un manejo pulcro, de cara a la sociedad, transparente, de los recursos públicos.

Sí, la honestidad es un valor, es un principio. Pero hay que ponerlo en práctica. Porque como discurso, es palabrería hueca. Y Sonora merece lo mejor.

¡Ánimo, sigamos adelante!