Toda una tradición en esta ciudad son los raspados que se venden en la refresquería Santana ubicada frente a la Escuela Secundaria Técnica número Cuatro, los cuales han comprado decenas de generaciones de alumnos de esta institución educativa y clientes en general.
Hace 44 años, el matrimonio formado por los señores Ramón Carillo e Isabel Santana emprendieron un negocio de venta de raspados, dulces y frituras en una pequeña carreta que colocaban en la avenida Tamaulipas y calle Segunda, donde hasta la fecha se ubica la escuela primaria “Eva Sámano”, por lo que sus principales clientes eran los estudiantes. Incluso, destacó, que aún conservan la “carretita” de madera que usaron sus suegros cuando emprendieron este negocio familiar.
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Años más tarde, se “movieron” a la avenida Sonora y calle Segunda, afuera del estadio Deportivo Andrés Mena Montijo, antes llamado Revolución y 4 años después se cambiaron a la avenida Tamaulipas entre las calles Tercera y Cuarta, frente a la Secundaria Técnica número 4, donde permanecen hasta el día de hoy en un local establecido.
Los señores Ramón e Isabel atendieron el negocio durante varias décadas y gracias a este trabajo que implicaba mucha dedicación, pudieron sacar adelante a su familia, a sus hijos.
Al fallecer los propietarios del negocio, se hicieron cargo de la refresquería su hijo Ramón y su esposa Marisol Balboa quienes con gusto siguen la tradición de preparar raspados de frutas naturales que les heredaron Isabel y Ramón Carrillo.
Marisol Balboa destacó que sus suegros se caracterizaron por ser muy activos y brindar un buen trato a los clientes, la mayoría, como lo mencionó, son los estudiantes de la Secundaria Técnica número Cuatro que al salir de clases o antes de entrar, acuden a comprar golosinas, raspados, papas fritas y otros productos.
“Hace doce años, mi esposo y yo nos quedamos al frente de la refresquería, cuando murió mi suegra. A mí me gusta mucho atender a los clientes, sobre todo a los estudiantes porque uno se encariña con ellos. Hay cada chamaquito que quieras o no le tomas mucho cariño a los plebes”, externó Marisol Balboa.
LOGRARON SALIR ADELANTE EN PANDEMIA
Dijo que en el transcurso de los 12 años que han atendido este negocio familiar, han enfrentado momentos buenos y malos. Uno de los más difíciles fue al principio de la crisis sanitaria por Covid-19 pues tras la suspensión de clases presenciales bajó considerablemente el número de clientes. Además, tuvieron que cerrar por casi 3 meses debido a que ella se enfermó de Covid-19.
“Me dio fuerte el Covid. Me tocó comprar medicamentos muy caros y teníamos el negocio cerrado. Así que las cosas se complicaron, pero gracias a Dios pude salir adelante de la enfermedad”.
Con entusiasmo, la mujer externó que su esposo se encarga de hacer los raspados de frutas naturales de limón, piña, ciruela y tamarindo, uno de los productos de mayor demanda en la refresquería Santana. Mientras que ella prepara todos los “locos”, es decir, churros, tostitos y cacahuates locos que también son de los preferidos de los adolescentes.
“Los raspados se venden desde que vivían mis suegros. ´Los locos’ sí fue algo que nosotros metimos a la refresquería y les han encantado a los chamacos de la secundaria”, refirió.
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María Balboa comentó que para ella y su esposo es un orgullo atender este negocio que con tanto esfuerzo y sacrificio empezaron sus suegros en 1944, ya que esta actividad comercial les brinda la oportunidad de trabajar juntos y de obtener recursos económicos para el sostenimiento de su hogar.
La señora Balboa recomendó a las personas que tienen en mente abrir un negocio propio, que lo hagan, que no tengan miedo. “Échenle ganas al negocio. No se desesperen ni se desanimen, aunque a veces se venda poco otras veces les irá mejor. Hay tiempos buenos y malos, pero se logra salir adelante”, puntualizó.