Edwin Segura Suárez, de 12 años de edad, inició un negocio propio de venta de malteadas, apoyado por sus padres, ya que desde muy pequeño ha mostrado gusto por la preparación de postres y otros platillos.
El niño indicó que hace un par de meses tuvo la idea de vender malteadas, siguiendo el ejemplo de sus padres, el señor Francisco y la señora Guadalupe, quienes se dedican a vender burritos de guisado desde hace 9 años en la esquina de la avenida Carranza y calle Ocho.
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“Yo siempre he visto a mis papás dedicarse al comercio, por eso yo quería vender algo y se me ocurrió que podrían ser malteadas porque las he preparado en mi casa y a mi familia les han gustado mucho”.
Agregó que, en el momento que dio a conocer este proyecto a sus papás, ellos se mostraron dispuestos a ayudarlo para que pudiera concretar este plan y llevar a cabo el emprendimiento que tenía en mente.
“Luego, luego, mis papás me compraron una licuadora especial para hacer las malteadas y todos los ingredientes para prepararlas. También me apoyaron rentando un local y aquí estoy ahora”.
Edwin Segura atiende a sus clientes en el callejón Guadalupe Victoria y la calle 8, en horario de 1:00 de la tarde a las 7:00 de la noche.
“Tengo malteadas de galleta oreo, de fresa, mazapán y pingüino, pero también me gustaría vender café helado y mini hot cakes y decorarlos con fresas, nutella, lechera y chocolate líquido, porque he visto en internet que así los hacen”.
Edwin Segura comentó que la idea de vender malteadas se deriva, en parte, de que su hermano mayor tuvo por un tiempo una refresquería en el valle de Mexicali. “Mi hermano vendía nachos con queso, malteadas, raspados y pastelitos y cuando yo lo miraba preparando todo eso, me llamaba la atención”.
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El niño dijo que desea convertirse en un chef profesional, por lo que tiene contemplado estudiar cursos de cocina y repostería para aprender más, ya que los conocimientos que tiene por ahora los ha adquirido en tutoriales que mira en internet.
“A mi familia le gusta lo que cocino, le hago camarones en aguachile y en coctel, boneless, raspados y mini hot cakes. Desde que era chiquito me empezó a gustar la cocina, por eso un día quisiera tener un restaurante y estudiar para chef”.
Por su parte, el señor Francisco, padre del menor, se refirió a su hijo como un niño ejemplar, que no se pone límites y que, a su corta edad, lucha por lograr lo que se propone.
Externó que, aunque la refresquería de Edwin todavía no tiene nombre, él propondrá que la llamen “El campeón”, haciendo referencia a su hijo que a los 12 años de edad ya es todo un emprendedor de negocios, lo cual es motivo de orgullo y satisfacción para su familia.
