El principio de la historia del barco hundido cuyos restos se encontraron en el ejido Lagunitas sucedió hace poco más de 160 años y se cree que este medio de transporte marítimo fue de los que se utilizaron a mediados de 1800 para transportar mercancía por el Río Colorado.
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Ramón Noriega Rascón escribió lo anterior en su libro “Historias y narraciones del viejo San Luis Río Colorado. Un puente a nuestro pasado”, basado en el libro Puerto Isabel, tomo 2, del profesor Federico Iglesias Serafín.
En 1850, la fiebre de oro en California y Arizona estaba en efervescencia y los ríos eran utilizados como la forma más rápida y barata para desplazarse hacia los estados de la costa del Océano Pacífico, así como la manera más segura y eficiente de transportar mercancías por los ríos Sacramento y Colorado.
En 1857 apareció un feo y ruidoso barco llamado “Explorer” del que se decía que por su apariencia era un vapor muy caricaturesco, muy diferente a otros que eran elegantes y con ciertos lujos pues tenían camarotes y cubiertas vistosas, propias de la “alta sociedad” que los frecuentaba.
El vapor “Explorer”, que por diversas razones fue desarmado y vuelto a armar en ocho ocasiones, se construyó en Filadelfia, Pensilvania y medía 150 pies de largo.
Habiéndose completado el reconocimiento de navegabilidad por la expedición científica después de tres meses en el “Explorer” y al no presentarse contratiempos, el teniente Joseph Ives elaboró un reporte al secretario de guerra de Estados Unidos narrando los pormenores y anotando todas las observaciones efectuadas por sus acompañantes y fue precisamente en base a ese reporte que en 1860 se declaró, de manera oficial, como navegable para el Río Colorado.
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Meses después de la misión del teniente Ives, estando estancado el “Explorer” cerca del poblado Los Algodones, Baja California, fue arrastrado por una fuerte corriente del Río Colorado, desapareciendo bajo sus aguas sin saberse dónde había quedado durante cerca de 70 años hasta que fue encontrado en 1929 en terrenos de lo que hoy es el ejido Lagunitas.
CUCAPÁS HICIERON EL HALLAZGO
Al localizar los restos del Explorer cuando se hacían unos trabajos de desmonte en la parcela 92 propiedad del señor José Chávez Cisneros, cercana al paredón del Riíto, como nombraban a uno de los tantos ramales en que se dividía el Colorado, se veía un cascarón carcomido a medio enterrar.
El armazón presentaba señales de saqueo y le faltaban varias placas de hierro que se especula fueron extraídas a pedazos para usarse como comales. Igualmente, parte de la estructura de refuerzo del buque fue utilizada en la construcción de las primeras represas de riego.
Como es natural, al principio la gente del lugar no se explicaba cómo había llegado la embarcación, pero tiempo después se pudo conocer que un grupo de indios cucapá fue el que encontró el casco metálico, al bajar las aguas que inundaron los valles de Mexicali y San Luis Río Colorado en los años de 1905 y 1906.
Ellos, los cucapá, empezaron a desenterrarlo y al llegar al casco del barco, en 1919, se esparcieron rumores sobre cuantiosos tesoros que llegaron a oídos de aventureros, quienes hurgaron de forma clandestina durante más de 10 años para finalmente dejar descubierto un lanchón ferroso totalmente enmohecido.