/ lunes 25 de marzo de 2019

Amat Cucapah

Juárez y la Gente del Río Colorado


Animo de confusión, debilidad moral, actitud pesimista cundió en la población mexicana fronteriza a consecuencia de perder México la guerra de 1847, contra Estados Unidos; sumado a ello la pobreza técnica de los habitantes del bajo Colorado para comerciar: minerales, pesca, agricultura, pastos, leña. Esto permitió a los extranjeros saquear totalmente los recursos trajinando la navegación, ante indiferencia gubernamental de la capital Azteca.

Ante ello, los indígenas del Colorado anidaron en intención matanza general echando fuera de su territorio a todo extranjero; pero, a pesar de tener, desde 1853 con los tratados de Guadalupe Hidalgo, (etapa A.L. Santa Anna) todo el derecho para expulsarlos, ésto nunca ocurrió; el obstáculo fue su enem istad grupal, falta de unidad y desorganización.

Es aquí cuando desde el río Colorado emerge a la historia el generalísimo Marto de la Cruz. Existe quien lo califica como farsante; Otros le dicen mentiroso, mestizo fantoche; pocos se refieren a él como: casta valiente de indígenas Cucapah. La gran mayoría ignora su existencia y, muchos afirman que nunca existió.

Pese a ello, el general Marto de la Cruz apareció -con arco, flecha y lanza vestido de guerrero Cucapah-, en la Ciudad de la Paz Baja California ante el jefe político, Pedro Magaña Navarrete en 14 de marzo 1870. Ahí asombró a la población por la encomienda que portaba, un mandato de las tribus del bajo Colorado; cumplía tal comisión, recorriendo más de 1 200 kilómetros. Dijo ser el general de los dieguinos, yumas y cucapahs; quienes siendo unas 5 mil almas, le ordenaron viajar para solicitar protección al gobierno de la península, esperando les ayudara para aliviar la miserable situación de pobreza con que se debatían sus tribus.

El Generalísimo les dijo que: defendía la frontera, impidiendo continuos corrimientos de la línea; denunció también oponerse al saqueo de azufre y minerales que aumentaría al llegar ferrocarril hasta la costa del Pacifico en San Diego.

Marto de la Cruz platicó allá sobre la fertilidad de sus campos delticos; manifestó sus necesidades de abastecimiento desde el Presidio de Altar, Caborca, Real del Pitic; por ello surtían en barco desde San Francisco, trayendo mercancías transbordándolas en Puerto Isabel; también dijo del transporte regenteado por compañía de diligencias, donde en la ruta de postas tenían hoteles aprovechando forraje y agua sin pagar; permitiendo a los indígenas poca venta de leña a los barcos, hortalizas y pieles.

Exigió se les reconociera a ellos como su propiedad: los bosques, pastos, minerales, animales, costas y ríos; pagándoles por pastizales, por el ganado extranjero y renta por usar sus terrenos los comerciantes y diligencias de transporte. Al reconocerles su derecho, Marto de la Cruz prometía buscar el bien de sus gentes; con el dinero colectado pagaría vigilantes, como autoridad civil; aseguró hablar cinco idiomas de las tribus que representaba, también hablante del inglés y algo de francés, que además estaba aprendiendo a leer y escribir el castellano.

Fueron sus peticiones escritas y enviadas en carta al presidente don Benito Juárez García, quien a su vez le contesta de modo diligente y respetuoso…

Generalísimo Marto de la Cruz.

Ciudadano Capitán General de las Tribus Indígenas del Río Colorado.

Me dice usted en su carta que…

...Respetuosamente le saluda

Benito Juárez García

Presidente de los Estados Unidos Mexicanos

El régimen de la ciudad de México, dio al Generalísimo Marto de la Cruz: herramientas, alimentos y animales por una cantidad de dos mil trescientos ochenta y dos pesos; bien ajüareado regresó al río Colorado portando una bandera mexicana, revestido luciendo traje nuevo; ataviado con sarape, sable y escopeta, con actitud dispuesta a defender el territorio nacional.

Tal como ya fue dicho, algunos niegan su existencia; La respuesta a su carta existe en el Archivo Histórico Pablo L. Martínez, en La Paz B.C.S.; sin embargo Ross Brown se refiere a Marto de la Cruz describiéndolo -en 1868- como perteneciente a un grupo de indios miserables, semidesnudos y desgraciados que están en inteligencia un poco más arriba que las bestias.

Sea como fuere, el Generalísimo Marto de la Cruz hizo llamada de atención al gobierno central de México para proteger las tierras fronterizas del río Colorado, entre Sonora y Baja California y al imperialismo jamás le gusta el reclamo.

Juárez y la Gente del Río Colorado


Animo de confusión, debilidad moral, actitud pesimista cundió en la población mexicana fronteriza a consecuencia de perder México la guerra de 1847, contra Estados Unidos; sumado a ello la pobreza técnica de los habitantes del bajo Colorado para comerciar: minerales, pesca, agricultura, pastos, leña. Esto permitió a los extranjeros saquear totalmente los recursos trajinando la navegación, ante indiferencia gubernamental de la capital Azteca.

Ante ello, los indígenas del Colorado anidaron en intención matanza general echando fuera de su territorio a todo extranjero; pero, a pesar de tener, desde 1853 con los tratados de Guadalupe Hidalgo, (etapa A.L. Santa Anna) todo el derecho para expulsarlos, ésto nunca ocurrió; el obstáculo fue su enem istad grupal, falta de unidad y desorganización.

Es aquí cuando desde el río Colorado emerge a la historia el generalísimo Marto de la Cruz. Existe quien lo califica como farsante; Otros le dicen mentiroso, mestizo fantoche; pocos se refieren a él como: casta valiente de indígenas Cucapah. La gran mayoría ignora su existencia y, muchos afirman que nunca existió.

Pese a ello, el general Marto de la Cruz apareció -con arco, flecha y lanza vestido de guerrero Cucapah-, en la Ciudad de la Paz Baja California ante el jefe político, Pedro Magaña Navarrete en 14 de marzo 1870. Ahí asombró a la población por la encomienda que portaba, un mandato de las tribus del bajo Colorado; cumplía tal comisión, recorriendo más de 1 200 kilómetros. Dijo ser el general de los dieguinos, yumas y cucapahs; quienes siendo unas 5 mil almas, le ordenaron viajar para solicitar protección al gobierno de la península, esperando les ayudara para aliviar la miserable situación de pobreza con que se debatían sus tribus.

El Generalísimo les dijo que: defendía la frontera, impidiendo continuos corrimientos de la línea; denunció también oponerse al saqueo de azufre y minerales que aumentaría al llegar ferrocarril hasta la costa del Pacifico en San Diego.

Marto de la Cruz platicó allá sobre la fertilidad de sus campos delticos; manifestó sus necesidades de abastecimiento desde el Presidio de Altar, Caborca, Real del Pitic; por ello surtían en barco desde San Francisco, trayendo mercancías transbordándolas en Puerto Isabel; también dijo del transporte regenteado por compañía de diligencias, donde en la ruta de postas tenían hoteles aprovechando forraje y agua sin pagar; permitiendo a los indígenas poca venta de leña a los barcos, hortalizas y pieles.

Exigió se les reconociera a ellos como su propiedad: los bosques, pastos, minerales, animales, costas y ríos; pagándoles por pastizales, por el ganado extranjero y renta por usar sus terrenos los comerciantes y diligencias de transporte. Al reconocerles su derecho, Marto de la Cruz prometía buscar el bien de sus gentes; con el dinero colectado pagaría vigilantes, como autoridad civil; aseguró hablar cinco idiomas de las tribus que representaba, también hablante del inglés y algo de francés, que además estaba aprendiendo a leer y escribir el castellano.

Fueron sus peticiones escritas y enviadas en carta al presidente don Benito Juárez García, quien a su vez le contesta de modo diligente y respetuoso…

Generalísimo Marto de la Cruz.

Ciudadano Capitán General de las Tribus Indígenas del Río Colorado.

Me dice usted en su carta que…

...Respetuosamente le saluda

Benito Juárez García

Presidente de los Estados Unidos Mexicanos

El régimen de la ciudad de México, dio al Generalísimo Marto de la Cruz: herramientas, alimentos y animales por una cantidad de dos mil trescientos ochenta y dos pesos; bien ajüareado regresó al río Colorado portando una bandera mexicana, revestido luciendo traje nuevo; ataviado con sarape, sable y escopeta, con actitud dispuesta a defender el territorio nacional.

Tal como ya fue dicho, algunos niegan su existencia; La respuesta a su carta existe en el Archivo Histórico Pablo L. Martínez, en La Paz B.C.S.; sin embargo Ross Brown se refiere a Marto de la Cruz describiéndolo -en 1868- como perteneciente a un grupo de indios miserables, semidesnudos y desgraciados que están en inteligencia un poco más arriba que las bestias.

Sea como fuere, el Generalísimo Marto de la Cruz hizo llamada de atención al gobierno central de México para proteger las tierras fronterizas del río Colorado, entre Sonora y Baja California y al imperialismo jamás le gusta el reclamo.