/ lunes 30 de diciembre de 2019

CONTRASENTIDO | La década de los 20

La historia de la humanidad se divide en lapsos necesarios para reflexionar y gracias a la variable tiempo, tenemos elementos para poder evaluar y comparar los resultados de nuestra estancia en la vida. Lo anterior es una condición del ser humano que nos permite evolucionar para tener mejores espacios de convivencia y de desarrollo en armonía.

Sin lugar a duda que conforme ha avanzado el desarrollo de la sociedad, sobre todo en aspectos relacionados con la tecnología, se han acrecentado los problemas hasta volverse sumamente complejos, pero ahora disponemos de mejores herramientas para comunicarnos y tener una mejor calidad de vida. Si se trata de hacer un balance, podemos decir que el saldo del desarrollo tecnológico es favorable para la humanidad, por lo que seguramente la década de los 20 será marcada por grandes avances en la medicina, tecnología, ciencia e innovación.

En lo personal, cada uno deberá hacer su propio balance de las condiciones de su entorno para tratar de mejorarlas. Se espera que la nueva década traiga a granel oportunidades para que todos los ciudadanos del mundo puedan explotar al máximo sus capacidades. Sin embargo, para que se aprovechen las oportunidades se debe partir de la reflexión y evaluación de lo que hemos hecho y de lo que hemos dejado de hacer. A final de cuentas, lo hermoso de la vida es que constantemente nos da la oportunidad de enmendar los desaciertos y corregir los caminos. En definitiva, los seres humanos buscamos trascender a través de los demás sin darnos cuenta de que la oportunidad está en nosotros para ser felices.

A partir del miércoles inicia la tercera década del nuevo milenio. Sería muy aventurado tratar de hacer predicciones sobre lo que sucederá de una forma específica por lo vertiginoso del cambio, pero en ese sentido es la recomendación de aprovechar al máximo la evolución de la sociedad para sacar una mejor partida en lo individual. Mucho se romatiza ahora, cuando se habla de otras décadas y siglos, en el sentido de que antes todo era mejor por las costumbres y los valores, pero en estricto sentido es totalmente falso porque ahora tenemos y conocemos una verdadera libertad (aunque aun insuficiente) que nos permite un mejor desarrollo como seres sociales. Así que los tiempos venideros por lógica y evolución siempre serán mejores, sobre todo cuando hemos demostrado como humanidad que podemos establecer las reglas de convivencia, por lo que cualquier dificultad que se nos presente si nos organizamos seremos capaces de solventarla.

Lo importante de las fiestas de fin de año y de una década es que nos permiten reencontrarnos con nuestra esencia social y personal. En la medida que estos espacios de reflexión sigan vigentes la supervivencia de la humanidad será eterna. Así que el fin de año debe festejarse a lo grande y hacia dentro, es decir de una forma espiritual que nos recargue de la energía suficiente para afrontar los retos y oportunidades que nos traerá la década de los 20 y el festejarlo hacia fuera mediante cohetes, vinos y grandes lujos siempre será una banalidad.

La historia de la humanidad se divide en lapsos necesarios para reflexionar y gracias a la variable tiempo, tenemos elementos para poder evaluar y comparar los resultados de nuestra estancia en la vida. Lo anterior es una condición del ser humano que nos permite evolucionar para tener mejores espacios de convivencia y de desarrollo en armonía.

Sin lugar a duda que conforme ha avanzado el desarrollo de la sociedad, sobre todo en aspectos relacionados con la tecnología, se han acrecentado los problemas hasta volverse sumamente complejos, pero ahora disponemos de mejores herramientas para comunicarnos y tener una mejor calidad de vida. Si se trata de hacer un balance, podemos decir que el saldo del desarrollo tecnológico es favorable para la humanidad, por lo que seguramente la década de los 20 será marcada por grandes avances en la medicina, tecnología, ciencia e innovación.

En lo personal, cada uno deberá hacer su propio balance de las condiciones de su entorno para tratar de mejorarlas. Se espera que la nueva década traiga a granel oportunidades para que todos los ciudadanos del mundo puedan explotar al máximo sus capacidades. Sin embargo, para que se aprovechen las oportunidades se debe partir de la reflexión y evaluación de lo que hemos hecho y de lo que hemos dejado de hacer. A final de cuentas, lo hermoso de la vida es que constantemente nos da la oportunidad de enmendar los desaciertos y corregir los caminos. En definitiva, los seres humanos buscamos trascender a través de los demás sin darnos cuenta de que la oportunidad está en nosotros para ser felices.

A partir del miércoles inicia la tercera década del nuevo milenio. Sería muy aventurado tratar de hacer predicciones sobre lo que sucederá de una forma específica por lo vertiginoso del cambio, pero en ese sentido es la recomendación de aprovechar al máximo la evolución de la sociedad para sacar una mejor partida en lo individual. Mucho se romatiza ahora, cuando se habla de otras décadas y siglos, en el sentido de que antes todo era mejor por las costumbres y los valores, pero en estricto sentido es totalmente falso porque ahora tenemos y conocemos una verdadera libertad (aunque aun insuficiente) que nos permite un mejor desarrollo como seres sociales. Así que los tiempos venideros por lógica y evolución siempre serán mejores, sobre todo cuando hemos demostrado como humanidad que podemos establecer las reglas de convivencia, por lo que cualquier dificultad que se nos presente si nos organizamos seremos capaces de solventarla.

Lo importante de las fiestas de fin de año y de una década es que nos permiten reencontrarnos con nuestra esencia social y personal. En la medida que estos espacios de reflexión sigan vigentes la supervivencia de la humanidad será eterna. Así que el fin de año debe festejarse a lo grande y hacia dentro, es decir de una forma espiritual que nos recargue de la energía suficiente para afrontar los retos y oportunidades que nos traerá la década de los 20 y el festejarlo hacia fuera mediante cohetes, vinos y grandes lujos siempre será una banalidad.