/ lunes 31 de enero de 2022

El costo de las letras

La libertad de expresión es un derecho fundamental de toda sociedad. Para garantizar el sano ejercicio del poder, la justicia y el desarrollo de toda comunidad se requiere de una prensa libre de pensamiento, amenazas y libre de sobornos políticos, empresariales o de cualquier otra índole. Los recientes acontecimientos de Tijuana nos obligan, como sociedad, a reflexionar sobre el tema.

Vivimos en una sociedad de redes en donde ejercer la libertad de expresión es una tarea que parece fácil, sobre todo, si no tocas intereses particulares o si las publicaciones no tienen el impacto entre la sociedad porque se pierden en un mar de información sin sentido. Además de los evidentes excesos que llevan al libertinaje de la expresión, que tienen altos costos para todos, pues las letras de ese tipo solo contribuyen con la ignorancia y desinformación al llevarnos al desdén del pensamiento que provoca una sociedad apática.

El periodismo de investigación, sano y objetivo está en peligro de extinción en nuestra era. Ante el arribo de cientos de mercenarios de las letras que han encontrado un nicho de mercado en las redes sociales sedientas de amarillismo informacional, por ello, el periodista es relegado a vivir en desventaja el económica por el bajo costo de sus letras en comparación con los grandes cañonazos económicos que reciben los pseudoperiodistas que pululan en las redes por estar al servicio de unos cuantos y no de la sociedad.

En la actualidad creemos que la libertad de expresión está garantizada por las redes sociales porque podemos compartir, publicar, denigrar, denunciar y criticar a nuestro antojo, pero no medimos que nuestros comentarios se quedan atorados en círculos muy pequeños en los que abundan publicaciones con los mismos contenidos, por lo que la significancia de las letras que emitimos no hace eco en la sociedad, sino que al contrario contribuye a crear una red de información que carece de sustento.

Es lamentable que el costo de las letras, que pudieran llevarnos a la verdad, sea la vida de un profesional del periodismo. Cuando se asesina a un periodista se acaba con la posibilidad de conocer los hechos, la verdad y la realidad, pero también se crea un escenario de oscuridad para la justicia y para el desarrollo de los pueblos. Si como sociedad no somos capaces de revalorar el costo de las letras, estaremos condenados a una libertad de expresión virtual para naufragar eternamente en la nada.

@GildardoLinarez

glinarez@hotmail.com

La libertad de expresión es un derecho fundamental de toda sociedad. Para garantizar el sano ejercicio del poder, la justicia y el desarrollo de toda comunidad se requiere de una prensa libre de pensamiento, amenazas y libre de sobornos políticos, empresariales o de cualquier otra índole. Los recientes acontecimientos de Tijuana nos obligan, como sociedad, a reflexionar sobre el tema.

Vivimos en una sociedad de redes en donde ejercer la libertad de expresión es una tarea que parece fácil, sobre todo, si no tocas intereses particulares o si las publicaciones no tienen el impacto entre la sociedad porque se pierden en un mar de información sin sentido. Además de los evidentes excesos que llevan al libertinaje de la expresión, que tienen altos costos para todos, pues las letras de ese tipo solo contribuyen con la ignorancia y desinformación al llevarnos al desdén del pensamiento que provoca una sociedad apática.

El periodismo de investigación, sano y objetivo está en peligro de extinción en nuestra era. Ante el arribo de cientos de mercenarios de las letras que han encontrado un nicho de mercado en las redes sociales sedientas de amarillismo informacional, por ello, el periodista es relegado a vivir en desventaja el económica por el bajo costo de sus letras en comparación con los grandes cañonazos económicos que reciben los pseudoperiodistas que pululan en las redes por estar al servicio de unos cuantos y no de la sociedad.

En la actualidad creemos que la libertad de expresión está garantizada por las redes sociales porque podemos compartir, publicar, denigrar, denunciar y criticar a nuestro antojo, pero no medimos que nuestros comentarios se quedan atorados en círculos muy pequeños en los que abundan publicaciones con los mismos contenidos, por lo que la significancia de las letras que emitimos no hace eco en la sociedad, sino que al contrario contribuye a crear una red de información que carece de sustento.

Es lamentable que el costo de las letras, que pudieran llevarnos a la verdad, sea la vida de un profesional del periodismo. Cuando se asesina a un periodista se acaba con la posibilidad de conocer los hechos, la verdad y la realidad, pero también se crea un escenario de oscuridad para la justicia y para el desarrollo de los pueblos. Si como sociedad no somos capaces de revalorar el costo de las letras, estaremos condenados a una libertad de expresión virtual para naufragar eternamente en la nada.

@GildardoLinarez

glinarez@hotmail.com