/ lunes 29 de enero de 2024

Ken no son armas del ejército Estadounidense

“No son armas del ejército de los Estados Unidos, al parecer mío, porque yo no tengo ninguna información, en los dos años y medio que yo he estado aquí, que estas sean armas que vienen del ejército de los Estados Unidos” Ken Salazar, embajador estadounidense en México.

Días previos la canciller mexicana comentó que la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) alertó a Estados Unidos sobre armas que están entrando a México son de uso exclusivo del ejército Estadounidense y que era urgente que se hiciera algo al respecto.

El canciller estadounidense dice Ken NO son armas del ejército, podría ser el calibre que usan, pero que el ejército no tiene nada que ver. En pocas palabras, sí se están traficando armas del mismo calibre que usa el ejército norteamericano pero no está el ejército inmiscuido.

Pues claro que no, aquí lo alarmante es por qué esas armas de calibre similar a la milicia estadounidense pasan como agua y llegan a manos de los guerrilleros en México, porque las cosas como son, México vive en una guerra civil no oficial desde que FECAL (Calde- Ron Hinojosa, el manos limpias) declaró guerra frontal al narcotráfico y un país con la ley de armas y explosivos tan rígida como la mexicana no puede dotarlos de armamento, por ende viene de otras naciones, entre las que destaca el vecino, cuya principal actividad económica es la industria armamentista.

Por décadas los grupos delictivos mexicanos han sido armados por connacionales norteamericanos que entran al negocio del tráfico de armas. México pone los muertos y ellos las armas. Las calles de México se llenan de sangre mientras ellos llenan sus pulmones, nariz y cerebro de cualquier droga que demanda sus tristemente adictos ciudadanos, que están a la merced de un gobierno que presuntamente no acepta sus responsabilidades, así como su incompetencia para abordar un problema que cada año mata a miles de personas en ambos lados de la frontera.

Como de costumbre la culpa del problema la tiene México, cuándo aceptará

Estados Unidos su responsabilidad en la ecuación, hasta cuándo dejará que sus ciudadanos continúen inmersos en las drogas, cuántas familias norteamericanas deben ser disueltas, sacrificadas por el lucrativo negocio de las drogas, solo ellos saben.

Es el momento que los estadounidenses pidan a su gobierno un mayor actuar en el problema, pues solo se dedica a culpar a México, no hace absolutamente nada por cambiar el panorama.

México podrá retirar el ejército de sus calles el día que el tráfico de armas disminuya, mientras los delincuentes posean armas mejores que policías municipales y estatales, no será posible. Depende de una política de seguridad binacional efectiva, algo que está a años luz de suceder pues al principal socio económico de México le conviene la falta de paz en territorio azteca, aunque se niegue a aceptarlo, pues como dicen, todos quieren verte bien, pero no mejor que ellos.

“No son armas del ejército de los Estados Unidos, al parecer mío, porque yo no tengo ninguna información, en los dos años y medio que yo he estado aquí, que estas sean armas que vienen del ejército de los Estados Unidos” Ken Salazar, embajador estadounidense en México.

Días previos la canciller mexicana comentó que la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) alertó a Estados Unidos sobre armas que están entrando a México son de uso exclusivo del ejército Estadounidense y que era urgente que se hiciera algo al respecto.

El canciller estadounidense dice Ken NO son armas del ejército, podría ser el calibre que usan, pero que el ejército no tiene nada que ver. En pocas palabras, sí se están traficando armas del mismo calibre que usa el ejército norteamericano pero no está el ejército inmiscuido.

Pues claro que no, aquí lo alarmante es por qué esas armas de calibre similar a la milicia estadounidense pasan como agua y llegan a manos de los guerrilleros en México, porque las cosas como son, México vive en una guerra civil no oficial desde que FECAL (Calde- Ron Hinojosa, el manos limpias) declaró guerra frontal al narcotráfico y un país con la ley de armas y explosivos tan rígida como la mexicana no puede dotarlos de armamento, por ende viene de otras naciones, entre las que destaca el vecino, cuya principal actividad económica es la industria armamentista.

Por décadas los grupos delictivos mexicanos han sido armados por connacionales norteamericanos que entran al negocio del tráfico de armas. México pone los muertos y ellos las armas. Las calles de México se llenan de sangre mientras ellos llenan sus pulmones, nariz y cerebro de cualquier droga que demanda sus tristemente adictos ciudadanos, que están a la merced de un gobierno que presuntamente no acepta sus responsabilidades, así como su incompetencia para abordar un problema que cada año mata a miles de personas en ambos lados de la frontera.

Como de costumbre la culpa del problema la tiene México, cuándo aceptará

Estados Unidos su responsabilidad en la ecuación, hasta cuándo dejará que sus ciudadanos continúen inmersos en las drogas, cuántas familias norteamericanas deben ser disueltas, sacrificadas por el lucrativo negocio de las drogas, solo ellos saben.

Es el momento que los estadounidenses pidan a su gobierno un mayor actuar en el problema, pues solo se dedica a culpar a México, no hace absolutamente nada por cambiar el panorama.

México podrá retirar el ejército de sus calles el día que el tráfico de armas disminuya, mientras los delincuentes posean armas mejores que policías municipales y estatales, no será posible. Depende de una política de seguridad binacional efectiva, algo que está a años luz de suceder pues al principal socio económico de México le conviene la falta de paz en territorio azteca, aunque se niegue a aceptarlo, pues como dicen, todos quieren verte bien, pero no mejor que ellos.