/ sábado 23 de mayo de 2020

Mexicanear

Entre los jóvenes herederos y caudillos del poder político, con bastas ambiciones para servirse, no para servir al país, se encargan de atraer y forjar la mente de otros jóvenes que les siguen esperanzados con la intención de que al ganar su gallo consigan un puesto, pues es bien sabido que trabajar para el gobierno de México es sinónimo de compadrazgo, rascarse la panza y ganar bien sin hacer menos que nada.

En tiempos electorales todos, absolutamente todos los colores intentan marear prometiéndote solución a problemas que fueron creados por ellos mismos. Cada uno de los mexicanos continúa pensando que con votar basta, una vez que lo hacen, no se vuelven a involucrar nunca más, hasta dentro de 3 o 6 años en los asuntos políticos de su municipio, estado o nación.

Y es que todos, absolutamente todos cubren con el manto de la patria a sus gallos o a sus patrones. Si dices que un gobernador de tal partido desvió recursos, los defensores de éste, en aras de quedar bien con su jefe que es del mismo color que el gobernador acusado, te responden que otro de tu partido o el que esté en el poder también es ratero y así se la pasan en debates interminables, pero nunca de los nunca se unen y deciden aceptar que sus dos gallos son ladrones y buscarán la manera de removerlos y hacer que devuelvan lo robado.

Eso pasará cuando la mayoría de los ciudadanos deje de ver el trabajo de servidor público como una esperanza para acrecentar su fortuna y subir en su estrato social.

Aunque se diga que el pueblo es bueno y sabio, se debe aceptar que existe ese otro pueblo, que al parecer va en aumento, el pueblo que le encanta hacer lo que algunos de sus representantes en curules, alcaldías, cabildos, gubernaturas y presidencia hacen… tomar lo que no les corresponde.

Y es que en México se roba en casi todos lados, eso se acepta y se vive con ello. Si vas a la gasolinera sabes que los litros serán incompletos, tienes un vecino o eres ese que no paga el agua, pero si se la roba conectándose a ella, te robas o se roban la “luz”, vendes o venden cerveza en horas cuando no está permitido, tienes la posibilidad de traer un auto de manera legal, pero circulas con placas de cartón, posees un negocio exitoso, pero en vez de traer vehículos de manera legal y en regla, los rotulas con publicidad de tu negocio.

Se repudia la ilegalidad de nuestros gobernantes, pero se aplaude la del pueblo, porque pobrecitos, nunca tienen y siempre necesitan, pero eso tiene otro nombre y es baquetonada.

Y aunque se tiene un gran corazón como país, existe mucho baquetón y estos son los que tarde o temprano nos terminan gobernando, sirviendo de ejemplo para otros baquetones con aspiraciones políticas.

Cuando el pueblo se eduque y entienda que la ilegalidad en las esferas altas no terminará hasta que el mismo pueblo lo elimine de su actuar cotidiano, las cosas cambiarán.


Entre los jóvenes herederos y caudillos del poder político, con bastas ambiciones para servirse, no para servir al país, se encargan de atraer y forjar la mente de otros jóvenes que les siguen esperanzados con la intención de que al ganar su gallo consigan un puesto, pues es bien sabido que trabajar para el gobierno de México es sinónimo de compadrazgo, rascarse la panza y ganar bien sin hacer menos que nada.

En tiempos electorales todos, absolutamente todos los colores intentan marear prometiéndote solución a problemas que fueron creados por ellos mismos. Cada uno de los mexicanos continúa pensando que con votar basta, una vez que lo hacen, no se vuelven a involucrar nunca más, hasta dentro de 3 o 6 años en los asuntos políticos de su municipio, estado o nación.

Y es que todos, absolutamente todos cubren con el manto de la patria a sus gallos o a sus patrones. Si dices que un gobernador de tal partido desvió recursos, los defensores de éste, en aras de quedar bien con su jefe que es del mismo color que el gobernador acusado, te responden que otro de tu partido o el que esté en el poder también es ratero y así se la pasan en debates interminables, pero nunca de los nunca se unen y deciden aceptar que sus dos gallos son ladrones y buscarán la manera de removerlos y hacer que devuelvan lo robado.

Eso pasará cuando la mayoría de los ciudadanos deje de ver el trabajo de servidor público como una esperanza para acrecentar su fortuna y subir en su estrato social.

Aunque se diga que el pueblo es bueno y sabio, se debe aceptar que existe ese otro pueblo, que al parecer va en aumento, el pueblo que le encanta hacer lo que algunos de sus representantes en curules, alcaldías, cabildos, gubernaturas y presidencia hacen… tomar lo que no les corresponde.

Y es que en México se roba en casi todos lados, eso se acepta y se vive con ello. Si vas a la gasolinera sabes que los litros serán incompletos, tienes un vecino o eres ese que no paga el agua, pero si se la roba conectándose a ella, te robas o se roban la “luz”, vendes o venden cerveza en horas cuando no está permitido, tienes la posibilidad de traer un auto de manera legal, pero circulas con placas de cartón, posees un negocio exitoso, pero en vez de traer vehículos de manera legal y en regla, los rotulas con publicidad de tu negocio.

Se repudia la ilegalidad de nuestros gobernantes, pero se aplaude la del pueblo, porque pobrecitos, nunca tienen y siempre necesitan, pero eso tiene otro nombre y es baquetonada.

Y aunque se tiene un gran corazón como país, existe mucho baquetón y estos son los que tarde o temprano nos terminan gobernando, sirviendo de ejemplo para otros baquetones con aspiraciones políticas.

Cuando el pueblo se eduque y entienda que la ilegalidad en las esferas altas no terminará hasta que el mismo pueblo lo elimine de su actuar cotidiano, las cosas cambiarán.