/ sábado 12 de febrero de 2022

Utópica objetividad e imparcialidad del periodista o crítico

“Lo que a mí me parece inaceptable es que un escritor o un intelectual se someta a un partido o a una iglesia (en Vuelta a El laberinto de la soledad)”. Octavio Paz.

Ser crítico, periodista, columnista en algún medio de comunicación digital, tradicional o escrito es un gran desafío. Los periodistas que laboran para una empresa deben acomodarse a las exigencias y línea editorial del medio, donde la objetividad e imparcialidad penden de un hilo, pues todo medio de comunicación que no es público requiere financiamiento y cuando la crítica llega a ser en demasía densa, de una forma u otra y dependiendo del personaje criticado, éste presiona al medio de manera económica para acallar las críticas.

El camino del crítico y del periodista es uno de los más difíciles que existen, sobre todo del periodista o crítico que intenta cumplir con el objetivo social de ser imparcial y objetivo, pues, en un país donde sus habitantes se acostumbraron a una prensa crítica mercenaria, en donde ser periodista de medios trascendentes a nivel nacional era sinónimo de poder, pues antes de cumplir con el objetivo social y la obligación que tiene de informar a la ciudadanía de manera objetiva e imparcial, le ponían precio a sus letras y palabras.

En donde de plano sí está del nabo la situación es en el asesinato de periodistas y activistas mexicanos, quienes caen uno tras otro y ninguna autoridad pone orden. Los periodistas asesinados son los únicos que en verdad intentan hacer hasta el final de su vida todo lo posible por cumplir con su objetivo social que es el compromiso de informar a la ciudadanía lo más objetivo e imparcial que se pueda.

Curiosamente quienes más se quejan sobre la censura son figuras periodísticas que presuntamente contaban con dádivas del presupuesto público, extrabajadores del área de comunicación de gobiernos opositores o simplemente personajes que buscan hacer tanto ruido que se busque silenciarlos a través de un cargo público o de pago de “publicidad” a sus medios de comunicación, casos como ése hay muchos. Van desde payasos hasta personajes que se especializaron en montajes o presuntos actores encubiertos de agencias de investigación extranjera.

La temeraria profesión de periodista o crítico es solo para algunos, aquellos cuya convicción e ideales son más poderosos que cualquier cargo público para silenciarlo, porque ese es el principal objetivo de todo gobierno que no desea ser criticado, silenciar a quienes cuestionan su actuar ofreciéndoles trabajo, pues saben que al menos por lo que dure su mandato, el periodista o crítico estará callado porque ahora es una variable más en la ecuación del poder público y, por supuesto, nadie, absolutamente nadie apedrea su propia casa.

La objetividad e imparcialidad siempre serán utópicos e incluso casi inalcanzables por la infinidad de factores que se involucran en intentar conseguirla, afortunadamente los medios digitales independientes son esa pequeña válvula de escape que al no depender económicamente de grandes cantidades para funcionar, pueden ser lo más imparcial u objetivo que se pueda, aunque claro hay sus excepciones.


“Lo que a mí me parece inaceptable es que un escritor o un intelectual se someta a un partido o a una iglesia (en Vuelta a El laberinto de la soledad)”. Octavio Paz.

Ser crítico, periodista, columnista en algún medio de comunicación digital, tradicional o escrito es un gran desafío. Los periodistas que laboran para una empresa deben acomodarse a las exigencias y línea editorial del medio, donde la objetividad e imparcialidad penden de un hilo, pues todo medio de comunicación que no es público requiere financiamiento y cuando la crítica llega a ser en demasía densa, de una forma u otra y dependiendo del personaje criticado, éste presiona al medio de manera económica para acallar las críticas.

El camino del crítico y del periodista es uno de los más difíciles que existen, sobre todo del periodista o crítico que intenta cumplir con el objetivo social de ser imparcial y objetivo, pues, en un país donde sus habitantes se acostumbraron a una prensa crítica mercenaria, en donde ser periodista de medios trascendentes a nivel nacional era sinónimo de poder, pues antes de cumplir con el objetivo social y la obligación que tiene de informar a la ciudadanía de manera objetiva e imparcial, le ponían precio a sus letras y palabras.

En donde de plano sí está del nabo la situación es en el asesinato de periodistas y activistas mexicanos, quienes caen uno tras otro y ninguna autoridad pone orden. Los periodistas asesinados son los únicos que en verdad intentan hacer hasta el final de su vida todo lo posible por cumplir con su objetivo social que es el compromiso de informar a la ciudadanía lo más objetivo e imparcial que se pueda.

Curiosamente quienes más se quejan sobre la censura son figuras periodísticas que presuntamente contaban con dádivas del presupuesto público, extrabajadores del área de comunicación de gobiernos opositores o simplemente personajes que buscan hacer tanto ruido que se busque silenciarlos a través de un cargo público o de pago de “publicidad” a sus medios de comunicación, casos como ése hay muchos. Van desde payasos hasta personajes que se especializaron en montajes o presuntos actores encubiertos de agencias de investigación extranjera.

La temeraria profesión de periodista o crítico es solo para algunos, aquellos cuya convicción e ideales son más poderosos que cualquier cargo público para silenciarlo, porque ese es el principal objetivo de todo gobierno que no desea ser criticado, silenciar a quienes cuestionan su actuar ofreciéndoles trabajo, pues saben que al menos por lo que dure su mandato, el periodista o crítico estará callado porque ahora es una variable más en la ecuación del poder público y, por supuesto, nadie, absolutamente nadie apedrea su propia casa.

La objetividad e imparcialidad siempre serán utópicos e incluso casi inalcanzables por la infinidad de factores que se involucran en intentar conseguirla, afortunadamente los medios digitales independientes son esa pequeña válvula de escape que al no depender económicamente de grandes cantidades para funcionar, pueden ser lo más imparcial u objetivo que se pueda, aunque claro hay sus excepciones.