/ domingo 26 de mayo de 2024

Fé y Razón | El Tres y la Trinidad

Este domingo el pueblo cristiano celebra la fiesta de la Santísima Trinidad, el misterio en cual profesa la fe en un solo Dios con tres personas distintas. Este misterio no se trata de comprenderlo desde una categoría filosófica, intelectual inclusive teológica. Se trata de sentir y experimentar a lo largo del tiempo la presencia de Dios en nuestra vida, desde un Padre creador que ama, desde un Dios que se encarna y se hace uno entre nosotros para redimir y salvar la humanidad, desde un Dios que se perpetua y permanece espiritualmente sin principio ni final.
Solo para comprender desde nuestro limitado entendimiento demos un recorrido sobre lo que representa el número tres en la Sagrada Escritura: El número tres aparece 467 veces en la Biblia, demuestra combinación en el sentido de unidad como lo es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, por lo tanto es un número que simboliza la divina perfección, por ejemplo antes del diluvio los patriarcas principales fueron tres; Abel, Enoc, Noé y después del diluvio los patriarcas fueron tres; Abraham, Isaac y Jacob. En la teofanía de Mambre se le aparecen tres ángeles a Abraham y Sara para anunciarles la destrucción de Jericó.


En el nuevo testamento se dice que en la vida terrenal del Jesús resucito a tres personas; al hijo de la viuda de Naím (Lc. 7,11) al hijo de Jairo (Lc. 8,49) y a su amigo Lázaro (Jn.1143). Así como también fueron tres personas que vivieron la transfiguración Pedro, Juan y Santiago. En el proceso final de Jesús en su vida terrenal se dice que fue crucificado a las tres de la tarde, estuvo en los infiernos tres días y resucitó al tercer día.


También el Padre celestial habló desde el cielo tres veces; en el bautismo “Este es mi hijo muy amado” (Mt.3,17) en la transfiguración mientras hablaba una nube los cubrió y se oyó una voz que decía “Este es mi hijo muy amado en quien me complazco” (Mt.17,15) En el discurso del grano de trigo que muere se oyó una voz que decía: “Lo he glorificado y lo glorificare otra vez (Jn. 12,28).


El Autor Matt Slick explica que las habilidades humanas son tres: el Pensamiento, la palabra y las obras. Así como el hombre se compone de tres aspectos: Cuerpo, alma y espíritu. El tres también representa el destino y el tiempo; presente, pasado y futuro, el nacer, crecer y morir. Así como el destino existencial; tierra, cielo o infierno.
La fe en la trinidad y el bautismo recibido en esa fe afecta toda nuestra vida: “vivir en el nombre del Padre”, es afirmar a Dios como un padre que nos ha dado la vida con inmenso amor y que alguien cuida de nosotros todos los días de nuestra vida, un padre que nos guía y marca un camino desde la disciplina de los mandamientos, que no nos abandona y nos lleva siempre de su mano. “Vivir en el nombre del hijo”, que se encarnó y vivió en este mundo, que paso haciendo el bien, con especial cariño a los más pequeños y desvalidos, un hijo que nos marcó el camino de la disciplina en la obediencia, en la fraternidad para levantar al que se ha caído, sin juzgar ni condenar y que nos invita a caminar en la luz, en la verdad y disfrutar la vida en la sencillez y humildad de las pequeñas cosas. “vivir en el Espíritu Santo”, es vivir con la fuerza que nos capacita para amar como el amo, para sentir como el sintió y transformar como el transformó viviendo desde la libertad y liberando todo aquello que nos esclaviza.

Este domingo el pueblo cristiano celebra la fiesta de la Santísima Trinidad, el misterio en cual profesa la fe en un solo Dios con tres personas distintas. Este misterio no se trata de comprenderlo desde una categoría filosófica, intelectual inclusive teológica. Se trata de sentir y experimentar a lo largo del tiempo la presencia de Dios en nuestra vida, desde un Padre creador que ama, desde un Dios que se encarna y se hace uno entre nosotros para redimir y salvar la humanidad, desde un Dios que se perpetua y permanece espiritualmente sin principio ni final.
Solo para comprender desde nuestro limitado entendimiento demos un recorrido sobre lo que representa el número tres en la Sagrada Escritura: El número tres aparece 467 veces en la Biblia, demuestra combinación en el sentido de unidad como lo es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, por lo tanto es un número que simboliza la divina perfección, por ejemplo antes del diluvio los patriarcas principales fueron tres; Abel, Enoc, Noé y después del diluvio los patriarcas fueron tres; Abraham, Isaac y Jacob. En la teofanía de Mambre se le aparecen tres ángeles a Abraham y Sara para anunciarles la destrucción de Jericó.


En el nuevo testamento se dice que en la vida terrenal del Jesús resucito a tres personas; al hijo de la viuda de Naím (Lc. 7,11) al hijo de Jairo (Lc. 8,49) y a su amigo Lázaro (Jn.1143). Así como también fueron tres personas que vivieron la transfiguración Pedro, Juan y Santiago. En el proceso final de Jesús en su vida terrenal se dice que fue crucificado a las tres de la tarde, estuvo en los infiernos tres días y resucitó al tercer día.


También el Padre celestial habló desde el cielo tres veces; en el bautismo “Este es mi hijo muy amado” (Mt.3,17) en la transfiguración mientras hablaba una nube los cubrió y se oyó una voz que decía “Este es mi hijo muy amado en quien me complazco” (Mt.17,15) En el discurso del grano de trigo que muere se oyó una voz que decía: “Lo he glorificado y lo glorificare otra vez (Jn. 12,28).


El Autor Matt Slick explica que las habilidades humanas son tres: el Pensamiento, la palabra y las obras. Así como el hombre se compone de tres aspectos: Cuerpo, alma y espíritu. El tres también representa el destino y el tiempo; presente, pasado y futuro, el nacer, crecer y morir. Así como el destino existencial; tierra, cielo o infierno.
La fe en la trinidad y el bautismo recibido en esa fe afecta toda nuestra vida: “vivir en el nombre del Padre”, es afirmar a Dios como un padre que nos ha dado la vida con inmenso amor y que alguien cuida de nosotros todos los días de nuestra vida, un padre que nos guía y marca un camino desde la disciplina de los mandamientos, que no nos abandona y nos lleva siempre de su mano. “Vivir en el nombre del hijo”, que se encarnó y vivió en este mundo, que paso haciendo el bien, con especial cariño a los más pequeños y desvalidos, un hijo que nos marcó el camino de la disciplina en la obediencia, en la fraternidad para levantar al que se ha caído, sin juzgar ni condenar y que nos invita a caminar en la luz, en la verdad y disfrutar la vida en la sencillez y humildad de las pequeñas cosas. “vivir en el Espíritu Santo”, es vivir con la fuerza que nos capacita para amar como el amo, para sentir como el sintió y transformar como el transformó viviendo desde la libertad y liberando todo aquello que nos esclaviza.