Los ciudadanos, al parecer y según lo leído en los medios de comunicación y publicaciones en redes sociales, lamentan el hecho de que en San Luis Río Colorado es gobernado por alguien que ni lee, ni escucha y se hace la vista gorda cuando de temas de inseguridad se trata. El lamento es de los ciudadanos y no de quien gobierna.
Justo ayer, por primera vez en lo que va del año y quizá en lo que va desde que inició su segunda vuelta en el gobierno, el presidente expresó su sentir por la situación que se presenta en la ciudad fronteriza, sin embargo, fue interesante leer todos los comentarios que le externaron en las redes sociales, dando como conclusión, ya nadie le cree y el hartazgo se apoderó de los sanluisinos y pasó cuando el crimen organizado secuestró la paz y la tranquilidad.
Las palabras externadas no harán que las personas borren de su memoria el sonido de los disparos que se escucharon por ocho minutos en días pasados, no hará que borren el temor que sintieron por quedar en fuego cruzado, o por el hecho de recibir una bala perdida. Lamentar no borra la memoria.
Pedir apoyo en los otros dos niveles de gobierno es una petición que se viene haciendo desde hace años, pero a los gobernantes se les olvida que San Luis Río Colorado también es Sonora. Se les olvida que en esta ciudad la inseguridad afectó a la población hace meses, pero todo lo quieren resolver con una junta vía internet para decir, sí nos vamos a coordinar y todo saldrá bien. No señores, los enfrentamientos que hay en las calles no son virtuales, son reales y están robando vidas.
Entre los sanluisinos y el gobierno hay un común denominador en este momento y es el lamento, el gobernante lo dice por los hechos violentos registrados y la población por quien gobierna en estos momentos y lo digo con total claridad. La gente me lo dice, lo escucho y hasta se observa el comportamiento de las personas en las calles. El miedo se refleja, se percibe.
La población en San Luis Río Colorado no puede tener acceso a un policía por persona, no puede tener acceso a vivir una vida libre sin violencia, pero a qué sí puede tener derecho, a elegir a sus gobernantes mediante su trabajo y como dicen algunos en el argot cinematográfico, las segundas partes no son buenas. Pero como todo, la verdad siempre sale a flote y los lamentos vienen después.
