/ viernes 21 de agosto de 2020

COMUNIDAD Y FAMILIA

Haz el bien sin mirar a quién



Ellos viven en un lote baldío, debajo de un árbol, dentro de una casa abandonada o deambulan por las calles de nuestra ciudad durante el día y se recuestan sobre un cartón para descansar donde les caiga la noche. Algunos intentan sobrevivir y los vemos en las calles donde piden limosna, limpian parabrisas, recolectan materiales para reciclar u ofrecen ayuda ocasional por unas cuantas monedas. Ellos son la llamada población callejera, indigentes para efecto de estudios sobre pobreza o simplemente son los invisibles para el mundo que los rodea y aunque muy pocas autoridades se interesan en siquiera contar con cifras oficiales, nuestra Constitución les garantiza muchos derechos que no ejercen por falta de conocimiento y por falta de identidad, lo que les hace imposible acceder a los programas asistenciales.

Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indica que más 50 millones de mexicanos viven bajo la línea de la pobreza y 15 millones de ellos son indigentes. Esto representa una necesidad urgente de atender, porque la expresión clara de la pobreza son las personas en situación de calle, esto es que no tienen comida, familia, trabajo y menos donde dormir y si fuera poco, sus derechos humanos son fácilmente vulnerados, ya que con frecuencia son extorsionados, violentados, heridos, robados, discriminados, etc.

Además, hay que decirlo, reciben el desprecio y el rechazo de la sociedad. Existen diagnósticos que indican que además de la pobreza, el motivo principal de su situación de calle está relacionada con la depresión derivada de conflictos surgidos en el núcleo familiar, lo cual dificulta su reinserción a las labores productivas.

Nuestra ciudad fronteriza enfrenta varios retos derivados del fenómeno migratorio, entre ellos la presencia de indigentes que en los últimos meses han padecido los riesgos de la pandemia de Covid-19 y las extremas temperaturas del verano, con lo que hemos tenido varios decesos por insolación. La pregunta que surge en torno a esto es la siguiente: ¿Está San Luis Río Colorado preparado para cuidar, proteger e integrar a las personas que viven en situación de calle?

En mi opinión muy pero muy personal, yo creo que no estamos preparados, hace falta mucho trabajo para concientizar a la comunidad sobre las necesidades que representa este sector de la población y como poder organizarnos para satisfacerlas, a fin de que tenga mejores oportunidades de vida.

En el trato digno y humano a los indigentes en nuestra ciudad todos tenemos algo que ver, será una tarea en la que todos, sociedad, gobierno, organismos e instituciones, debamos aportar para el cuidado de los más desprotegidos.

Esto amigos queridos requiere una alta dosis de compasión y empatía de todos los que habitamos en esta preciosa localidad. Quizás usted diga, esto no me incumbe, no es mi problema, el o ella se buscó estar en esta situación, pero la verdad es que muchos de ellos no han encontrado el camino de regreso a casa, a otros su familia los ha abandonado porque están viejos y los consideran una carga.

Entre las acciones que podemos llevar a cabo a favor de los indigentes están las siguientes:

-Si ve que algún indigente está a la intemperie durante las horas más altas de calor, puede obsequiarle una botella de agua o suero.

-Llame al 911 si sospecha que alguna de estas personas corre peligro de muerte, ya sea por enfermedad o “golpe de calor”.

-Puede tener en casa una bolsa que contenga algunas latas de comida no perecedera para donarla a indigentes que los reciban.

-No pretenda llevarse a un indigente a la fuerza, aunque se trate de querer ayudarlos, más bien les puede hacer la invitación para ir a un albergue o casa o iglesia para que se refresquen, se cambien de ropa y coman, pero nunca se les puede retener, por ningún motivo.

-Puede acercarse a las dependencias de asistencia social como DIF y Desarrollo Social para hablar a favor de alguna persona que requiera artículos básicos como alimentos, medicamentos y ropa, ya que estas instancias se abocan a estas necesidades, además procuran que sus derechos no sigan siendo vulnerados.

Le puedo decir con toda la certeza, porque lo he vivido en repetidas ocasiones, cuando uno ayuda al más desvalido, Dios recompensa y no se queda con nada, Él paga generosamente cuando uno se compadece y extiende su mano para cuidar del pobre. ¡No se pierda esta recompensa!

Gracias por su amable compañía.

elsitacruzita@gmail.com

Haz el bien sin mirar a quién



Ellos viven en un lote baldío, debajo de un árbol, dentro de una casa abandonada o deambulan por las calles de nuestra ciudad durante el día y se recuestan sobre un cartón para descansar donde les caiga la noche. Algunos intentan sobrevivir y los vemos en las calles donde piden limosna, limpian parabrisas, recolectan materiales para reciclar u ofrecen ayuda ocasional por unas cuantas monedas. Ellos son la llamada población callejera, indigentes para efecto de estudios sobre pobreza o simplemente son los invisibles para el mundo que los rodea y aunque muy pocas autoridades se interesan en siquiera contar con cifras oficiales, nuestra Constitución les garantiza muchos derechos que no ejercen por falta de conocimiento y por falta de identidad, lo que les hace imposible acceder a los programas asistenciales.

Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indica que más 50 millones de mexicanos viven bajo la línea de la pobreza y 15 millones de ellos son indigentes. Esto representa una necesidad urgente de atender, porque la expresión clara de la pobreza son las personas en situación de calle, esto es que no tienen comida, familia, trabajo y menos donde dormir y si fuera poco, sus derechos humanos son fácilmente vulnerados, ya que con frecuencia son extorsionados, violentados, heridos, robados, discriminados, etc.

Además, hay que decirlo, reciben el desprecio y el rechazo de la sociedad. Existen diagnósticos que indican que además de la pobreza, el motivo principal de su situación de calle está relacionada con la depresión derivada de conflictos surgidos en el núcleo familiar, lo cual dificulta su reinserción a las labores productivas.

Nuestra ciudad fronteriza enfrenta varios retos derivados del fenómeno migratorio, entre ellos la presencia de indigentes que en los últimos meses han padecido los riesgos de la pandemia de Covid-19 y las extremas temperaturas del verano, con lo que hemos tenido varios decesos por insolación. La pregunta que surge en torno a esto es la siguiente: ¿Está San Luis Río Colorado preparado para cuidar, proteger e integrar a las personas que viven en situación de calle?

En mi opinión muy pero muy personal, yo creo que no estamos preparados, hace falta mucho trabajo para concientizar a la comunidad sobre las necesidades que representa este sector de la población y como poder organizarnos para satisfacerlas, a fin de que tenga mejores oportunidades de vida.

En el trato digno y humano a los indigentes en nuestra ciudad todos tenemos algo que ver, será una tarea en la que todos, sociedad, gobierno, organismos e instituciones, debamos aportar para el cuidado de los más desprotegidos.

Esto amigos queridos requiere una alta dosis de compasión y empatía de todos los que habitamos en esta preciosa localidad. Quizás usted diga, esto no me incumbe, no es mi problema, el o ella se buscó estar en esta situación, pero la verdad es que muchos de ellos no han encontrado el camino de regreso a casa, a otros su familia los ha abandonado porque están viejos y los consideran una carga.

Entre las acciones que podemos llevar a cabo a favor de los indigentes están las siguientes:

-Si ve que algún indigente está a la intemperie durante las horas más altas de calor, puede obsequiarle una botella de agua o suero.

-Llame al 911 si sospecha que alguna de estas personas corre peligro de muerte, ya sea por enfermedad o “golpe de calor”.

-Puede tener en casa una bolsa que contenga algunas latas de comida no perecedera para donarla a indigentes que los reciban.

-No pretenda llevarse a un indigente a la fuerza, aunque se trate de querer ayudarlos, más bien les puede hacer la invitación para ir a un albergue o casa o iglesia para que se refresquen, se cambien de ropa y coman, pero nunca se les puede retener, por ningún motivo.

-Puede acercarse a las dependencias de asistencia social como DIF y Desarrollo Social para hablar a favor de alguna persona que requiera artículos básicos como alimentos, medicamentos y ropa, ya que estas instancias se abocan a estas necesidades, además procuran que sus derechos no sigan siendo vulnerados.

Le puedo decir con toda la certeza, porque lo he vivido en repetidas ocasiones, cuando uno ayuda al más desvalido, Dios recompensa y no se queda con nada, Él paga generosamente cuando uno se compadece y extiende su mano para cuidar del pobre. ¡No se pierda esta recompensa!

Gracias por su amable compañía.

elsitacruzita@gmail.com