/ viernes 9 de julio de 2021

COMUNIDAD Y FAMILIA

En las buenas y en las malas



No sé usted mi querido lector, pero yo aún recuerdo con algo de nostalgia, cuando toda enamorada y vestida de blanco pronuncié estas palabras ante un altar, realmente deseaba que mi nueva vida estuviera llena de buenas cosas y no de las malas. Y es que así nos enseñaron nuestras madres y abuelas, también los cuentos de hadas cuyo mensaje era que al encontrar a nuestro príncipe azul, ¡¡¡viviríamos felices para siempre!!! Pero al pasar de los primeros meses y años una cae en la cuenta de que en la vida, es igual de probable enfrentar las bondades pero también los retos y dificultades. He visto a muchas familias que están muy acostumbradas a vivir en las buenas, pero ya no les gusta recibir las malas, pero si hay algo seguro en la vida es que va a haber tanto buenas como malas experiencias, que ambas cosas vienen en el mismo paquete y nos toca a nosotros reforzar nuestra promesa de lealtad y amor a nuestro cónyuge, para el bien de toda la familia. En los últimos años he visto con tristeza cómo muchas de estas familias son sacudidas por la separación de los padres, incluso, después de décadas de matrimonio, situación por demás dolorosa para los familiares y amigos cercanos. Hace poco escuché a un amigo decir: -Me voy de casa, es que ya no siento que le hago falta a mi familia, ¡¡ya nadie me necesita aquí!!

Obviamente esta decisión está más relacionada con una confusión que muchos padres están enfrentando debido a que ellos han medido su valor por la función que desempeñan en sus hogares. Si bien es cierto que al crecer nuestros hijos nos van necesitando menos, lo importante es que los miembros de una familia nunca van a dejar de necesitarse, los hijos crecen y tienen sus propias familias, pero habrá ocasiones en que necesitaran un consejo, un hombro en el cual apoyarse, traerán a sus hijos, necesitarán regresar a casa, celebrar, volver a sentirse seguros y para ello, los padres necesitamos estar unidos y dispuestos a recibirlos, ya no porque dependen de nosotros, sino porque ahora nos tocará a los padres disfrutar de lo que sembramos en ellos. Nuestros hijos pueden ver que nosotros vamos envejeciendo, ya no somos tan necesarios e indispensables, pero ahora la pareja nos podemos ocupar en disfrutarnos, en volvernos el uno al otro para que ese vínculo no se vaya a perder, para que sea en las buenas y en las malas, en la primavera pero también en el otoño, que los padres sigamos unidos para que nuestros hijos, en otra faceta ya, nos llenen de satisfacciones y alegrías, de amor y cuidados.

Es verdad que a nadie nos gusta enfrentar los malos tiempos, no son fáciles, no son agradables, no son deseables, pero siempre serán las mejores oportunidades para pulir nuestro carácter y probar nuestros valores y sentimientos. No cometamos el error de que cuando los padres se enferman o empiezan a envejecer, los hijos se alejan, pierden el interés o los dejan solos, tratemos a nuestros padres como queremos que nuestros hijos nos traten a nosotros. Otra razón por la que muchos matrimonios están siendo sacudidos es porque no nos preparamos para el declive de la vida, que podríamos decir, es parte de las malas, un tiempo de cambios que llega tanto a los hombres como a las mujeres. Los matrimonios maduros, necesitamos educarnos para comprender los retos que vendrán con las temidas andropausia y menopausia; porque cuando no conocemos los cambios que están sucediendo en nuestro cuerpo, en el humor y en las emociones, menos puedo entender lo que le sucede a mi pareja, lo que origina muchos conflictos, separación sentimental, desinterés, frustración y resentimientos. Es muy importante que nosotros estemos alertas, busquemos ayuda de especialistas y de amigos cercanos que ya hayan pasado por esa etapa para que nos puedan aconsejar, inspirar y acompañar en este proceso. También es muy importante buscar información relacionada al tema y leerla juntos para comprender mejor cómo abordar este tiempo y no morir en el intento. No tire la toalla, corra la milla extra por su familia, por su pareja, recuerde que en casa, la familia necesita de nuestro compromiso, trabajo, responsabilidad, sacrificio. Si nosotros creamos fuertes vínculos de amor, de gratitud, de reconocimiento y de honra, eso nos puede servir como fundamento que nos sostengan en el tiempo en el que vengan las malas, y vamos a poder salir adelante. Por último, les comparto las palabras que dice San Pablo, no nos cansemos pues de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos. Si en los tiempos buenos nosotros sembramos cosas buenas, aun cuando vengan las malas, a su tiempo nosotros podremos cosechar de nuestra familia las cosas buenas, sin importar que tengamos los vientos en contra. ¡¡Nunca se cansen de hacer el bien!!

Gracias por su amable compañía.. ¡¡y hasta la próxima!!

Mtra. Elsa Oralia Cruz Guevara

elsitacruzita@gmail.com


En las buenas y en las malas



No sé usted mi querido lector, pero yo aún recuerdo con algo de nostalgia, cuando toda enamorada y vestida de blanco pronuncié estas palabras ante un altar, realmente deseaba que mi nueva vida estuviera llena de buenas cosas y no de las malas. Y es que así nos enseñaron nuestras madres y abuelas, también los cuentos de hadas cuyo mensaje era que al encontrar a nuestro príncipe azul, ¡¡¡viviríamos felices para siempre!!! Pero al pasar de los primeros meses y años una cae en la cuenta de que en la vida, es igual de probable enfrentar las bondades pero también los retos y dificultades. He visto a muchas familias que están muy acostumbradas a vivir en las buenas, pero ya no les gusta recibir las malas, pero si hay algo seguro en la vida es que va a haber tanto buenas como malas experiencias, que ambas cosas vienen en el mismo paquete y nos toca a nosotros reforzar nuestra promesa de lealtad y amor a nuestro cónyuge, para el bien de toda la familia. En los últimos años he visto con tristeza cómo muchas de estas familias son sacudidas por la separación de los padres, incluso, después de décadas de matrimonio, situación por demás dolorosa para los familiares y amigos cercanos. Hace poco escuché a un amigo decir: -Me voy de casa, es que ya no siento que le hago falta a mi familia, ¡¡ya nadie me necesita aquí!!

Obviamente esta decisión está más relacionada con una confusión que muchos padres están enfrentando debido a que ellos han medido su valor por la función que desempeñan en sus hogares. Si bien es cierto que al crecer nuestros hijos nos van necesitando menos, lo importante es que los miembros de una familia nunca van a dejar de necesitarse, los hijos crecen y tienen sus propias familias, pero habrá ocasiones en que necesitaran un consejo, un hombro en el cual apoyarse, traerán a sus hijos, necesitarán regresar a casa, celebrar, volver a sentirse seguros y para ello, los padres necesitamos estar unidos y dispuestos a recibirlos, ya no porque dependen de nosotros, sino porque ahora nos tocará a los padres disfrutar de lo que sembramos en ellos. Nuestros hijos pueden ver que nosotros vamos envejeciendo, ya no somos tan necesarios e indispensables, pero ahora la pareja nos podemos ocupar en disfrutarnos, en volvernos el uno al otro para que ese vínculo no se vaya a perder, para que sea en las buenas y en las malas, en la primavera pero también en el otoño, que los padres sigamos unidos para que nuestros hijos, en otra faceta ya, nos llenen de satisfacciones y alegrías, de amor y cuidados.

Es verdad que a nadie nos gusta enfrentar los malos tiempos, no son fáciles, no son agradables, no son deseables, pero siempre serán las mejores oportunidades para pulir nuestro carácter y probar nuestros valores y sentimientos. No cometamos el error de que cuando los padres se enferman o empiezan a envejecer, los hijos se alejan, pierden el interés o los dejan solos, tratemos a nuestros padres como queremos que nuestros hijos nos traten a nosotros. Otra razón por la que muchos matrimonios están siendo sacudidos es porque no nos preparamos para el declive de la vida, que podríamos decir, es parte de las malas, un tiempo de cambios que llega tanto a los hombres como a las mujeres. Los matrimonios maduros, necesitamos educarnos para comprender los retos que vendrán con las temidas andropausia y menopausia; porque cuando no conocemos los cambios que están sucediendo en nuestro cuerpo, en el humor y en las emociones, menos puedo entender lo que le sucede a mi pareja, lo que origina muchos conflictos, separación sentimental, desinterés, frustración y resentimientos. Es muy importante que nosotros estemos alertas, busquemos ayuda de especialistas y de amigos cercanos que ya hayan pasado por esa etapa para que nos puedan aconsejar, inspirar y acompañar en este proceso. También es muy importante buscar información relacionada al tema y leerla juntos para comprender mejor cómo abordar este tiempo y no morir en el intento. No tire la toalla, corra la milla extra por su familia, por su pareja, recuerde que en casa, la familia necesita de nuestro compromiso, trabajo, responsabilidad, sacrificio. Si nosotros creamos fuertes vínculos de amor, de gratitud, de reconocimiento y de honra, eso nos puede servir como fundamento que nos sostengan en el tiempo en el que vengan las malas, y vamos a poder salir adelante. Por último, les comparto las palabras que dice San Pablo, no nos cansemos pues de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos. Si en los tiempos buenos nosotros sembramos cosas buenas, aun cuando vengan las malas, a su tiempo nosotros podremos cosechar de nuestra familia las cosas buenas, sin importar que tengamos los vientos en contra. ¡¡Nunca se cansen de hacer el bien!!

Gracias por su amable compañía.. ¡¡y hasta la próxima!!

Mtra. Elsa Oralia Cruz Guevara

elsitacruzita@gmail.com