/ viernes 2 de octubre de 2020

Comunidad y familia | Disciplina con Amor

En los últimos días ha surgido un tema por demás importante en la vida de nuestro país, porque en el Congreso de Jalisco aprobaron con 33 votos a favor la Reforma al Código Civil en el renglón de cuidado de menores y la crianza positiva, conocida como “Ley Antichancla”, la misma que el Senado de la República desde el año pasado aprobó como un proyecto de decreto para prohibir castigos corporales, desafortunadamente en Sonora la propuesta para ese fin permanece inmóvil.

Los promotores de esta Ley argumentan que el origen de la violencia es en los hogares y este no puede ser confrontado con más violencia, pues debe acabarse el lema de: “Una nalgada a tiempo corrige todo”.

La iniciativa reforma el artículo 317 del Código de Familia, para que: “Las personas que tienen al hijo bajo su patria potestad, corresponda la obligación de protegerlo y educarlo con amor y respeto sin usar violencia familiar. Los padres que incurran en actos de agresión hacia sus hijos por cuestiones de disciplina podrían perder la patria potestad de los mismos, ya que es necesario que se detenga esa práctica violenta contra los niños.”

Mi reflexión personal es que si este tema de la crianza y la disciplina se tuvo que legislar, es porque en un alto índice de hogares se han adoptado la violencia, los golpes y los maltratos como recursos para educar y formar a nuestros hijos, algo completamente contrario a lo que ellos necesitan para llegar a ser hombres y mujeres de bien.

Como padres de familia, debemos tener presente que la crianza efectiva es uno de los trabajos más duros que podremos tener, porque ello conlleva la tarea de formar, enseñar y disciplinar a nuestros hijos desde sus primeros años de vida. Nunca he estado de acuerdo y nunca he ejercido violencia en la formación de mis hijas, pero sí creo vehementemente que no hay una verdadera formación, si no aplicamos la disciplina en el proceso de crianza. Una disciplina basada en la reflexión, en los valores y conductas acordadas en casa, con consecuencias preestablecidas que no tengan nada que ver con el castigo físico ni con la afectación de sus emociones.

El Dr. James Dobson, en su libro “Atrévete a disciplinar” declara que desafortunadamente, la disciplina por sí misma, es un término bastante malinterpretado y que, en cierto modo, asociamos la disciplina solo con el castigo. Pero es mucho más que eso y para ello hay diversas estrategias de corrección muy efectivas dependiendo de la edad de los hijos. La disciplina siempre debe ir sazonada con amor, buscando que nuestros hijos reflexiones sobre las reglas que han infringido con su conducta y que, sobre todo, estén dispuestos a corregir todo aquellos que pueda afectar sus vidas y las de sus semejantes. Tú debes disciplinar a tu niño para que él o ella lleguen a ser disciplinados. ¡Esto hará más sencilla tu tarea de ser padre!

Algunos padres dicen: “¡Es mi hijo y yo puedo hacer con él lo que yo quiera!”, esto no es verdad, solo es un argumento machista de control y manipulación de los más vulnerables. Nuestro hijos e hijas son nuestro mejor testimonio sobre esta tierra, pero ellos se desarrollan mejor en una atmósfera de amor, respaldada por disciplina razonable y consistente. No olvides padre de familia que tú estás a cargo, no debe haber confusión sobre la autoridad en la vida de tus niños, pero no ejerzas esa autoridad para destruirlos. Tú eres una extensión de Dios en sus vidas para dirigirlos hacia lo que es correcto, lo bueno y agradable en este mundo.

Establece límites en la conducta de tus hijos, platica con ellos para que los conozcan y hagan el compromiso de no rebasar estos límites. Muchos podrían suponer que los límites restringen la libertad. Sin embargo, considera ¿quién es más libre? ¿El cachorro que tiene un patio cercado en el cual puede jugar sin amenaza de peligros o el perro que fue arrollado por un auto porque la puerta estaba abierta? Los límites no restringen nuestra libertad. Los límites protegen nuestra libertad.

Fallar en disciplinar a nuestros niños es renunciar al rol y la responsabilidad que Dios nos ha dado como padres, no podemos dejar a nuestros hijos a la deriva, necesitamos instruirlos en el buen camino, forjarles con nuestro ejemplo las buenas conductas, para que cuando lleguen a viejos; no se aparten de los valores ni de nuestras casas. Les recomiendo ampliamente el libro del Dr. Dobson, será de gran ayuda para su familia. Por último, espero que en Sonora pronto se apruebe la Ley “Antichancla”, porque definitivamente es urgente proteger a nuestros pequeños para que realmente sus hogares se conviertan en el lugar más seguro para ellos. ¡Gracias por su compañía y hasta la próxima!


En los últimos días ha surgido un tema por demás importante en la vida de nuestro país, porque en el Congreso de Jalisco aprobaron con 33 votos a favor la Reforma al Código Civil en el renglón de cuidado de menores y la crianza positiva, conocida como “Ley Antichancla”, la misma que el Senado de la República desde el año pasado aprobó como un proyecto de decreto para prohibir castigos corporales, desafortunadamente en Sonora la propuesta para ese fin permanece inmóvil.

Los promotores de esta Ley argumentan que el origen de la violencia es en los hogares y este no puede ser confrontado con más violencia, pues debe acabarse el lema de: “Una nalgada a tiempo corrige todo”.

La iniciativa reforma el artículo 317 del Código de Familia, para que: “Las personas que tienen al hijo bajo su patria potestad, corresponda la obligación de protegerlo y educarlo con amor y respeto sin usar violencia familiar. Los padres que incurran en actos de agresión hacia sus hijos por cuestiones de disciplina podrían perder la patria potestad de los mismos, ya que es necesario que se detenga esa práctica violenta contra los niños.”

Mi reflexión personal es que si este tema de la crianza y la disciplina se tuvo que legislar, es porque en un alto índice de hogares se han adoptado la violencia, los golpes y los maltratos como recursos para educar y formar a nuestros hijos, algo completamente contrario a lo que ellos necesitan para llegar a ser hombres y mujeres de bien.

Como padres de familia, debemos tener presente que la crianza efectiva es uno de los trabajos más duros que podremos tener, porque ello conlleva la tarea de formar, enseñar y disciplinar a nuestros hijos desde sus primeros años de vida. Nunca he estado de acuerdo y nunca he ejercido violencia en la formación de mis hijas, pero sí creo vehementemente que no hay una verdadera formación, si no aplicamos la disciplina en el proceso de crianza. Una disciplina basada en la reflexión, en los valores y conductas acordadas en casa, con consecuencias preestablecidas que no tengan nada que ver con el castigo físico ni con la afectación de sus emociones.

El Dr. James Dobson, en su libro “Atrévete a disciplinar” declara que desafortunadamente, la disciplina por sí misma, es un término bastante malinterpretado y que, en cierto modo, asociamos la disciplina solo con el castigo. Pero es mucho más que eso y para ello hay diversas estrategias de corrección muy efectivas dependiendo de la edad de los hijos. La disciplina siempre debe ir sazonada con amor, buscando que nuestros hijos reflexiones sobre las reglas que han infringido con su conducta y que, sobre todo, estén dispuestos a corregir todo aquellos que pueda afectar sus vidas y las de sus semejantes. Tú debes disciplinar a tu niño para que él o ella lleguen a ser disciplinados. ¡Esto hará más sencilla tu tarea de ser padre!

Algunos padres dicen: “¡Es mi hijo y yo puedo hacer con él lo que yo quiera!”, esto no es verdad, solo es un argumento machista de control y manipulación de los más vulnerables. Nuestro hijos e hijas son nuestro mejor testimonio sobre esta tierra, pero ellos se desarrollan mejor en una atmósfera de amor, respaldada por disciplina razonable y consistente. No olvides padre de familia que tú estás a cargo, no debe haber confusión sobre la autoridad en la vida de tus niños, pero no ejerzas esa autoridad para destruirlos. Tú eres una extensión de Dios en sus vidas para dirigirlos hacia lo que es correcto, lo bueno y agradable en este mundo.

Establece límites en la conducta de tus hijos, platica con ellos para que los conozcan y hagan el compromiso de no rebasar estos límites. Muchos podrían suponer que los límites restringen la libertad. Sin embargo, considera ¿quién es más libre? ¿El cachorro que tiene un patio cercado en el cual puede jugar sin amenaza de peligros o el perro que fue arrollado por un auto porque la puerta estaba abierta? Los límites no restringen nuestra libertad. Los límites protegen nuestra libertad.

Fallar en disciplinar a nuestros niños es renunciar al rol y la responsabilidad que Dios nos ha dado como padres, no podemos dejar a nuestros hijos a la deriva, necesitamos instruirlos en el buen camino, forjarles con nuestro ejemplo las buenas conductas, para que cuando lleguen a viejos; no se aparten de los valores ni de nuestras casas. Les recomiendo ampliamente el libro del Dr. Dobson, será de gran ayuda para su familia. Por último, espero que en Sonora pronto se apruebe la Ley “Antichancla”, porque definitivamente es urgente proteger a nuestros pequeños para que realmente sus hogares se conviertan en el lugar más seguro para ellos. ¡Gracias por su compañía y hasta la próxima!