/ domingo 17 de diciembre de 2023

DESIERTO EN EL ASFALTO

Hoy vivimos con rapidez sin detenernos en nada ni en nadie, el mercado instauro un nuevo calendario desde la oferta y demanda, hemos perdido la capacidad ritual de los eventos y momentos, se nos olvida el tiempo previo para preparar el corazón y el espíritu, hoy esperar es equivalente a perder el tiempo, tenemos poca vida interior y mucha superficialidad, pasamos rápidamente por todo y nos quedamos casi siempre en la superficie.

El dinero instauro nuevos sistemas de vida, enclaustrados con una convivencia social virtual, una vida más cómoda pero más pasiva, hoy hasta las compras podemos hacer desde nuestro celular y lo envían hasta la puerta del hogar u oficina. Hoy el sonido se volvió ruido, la voz se volvió grito, se nos está olvidando escuchar la vida con un espíritu de concentración y profundidad sin importar que el silencio nos podría curar, solemos estar más nerviosos, ansiosos inclusive deprimidos a pesar de tener todo lo necesario. Hemos olvidado que somos seres espirituales y que el espíritu se alimenta de la bondad, de la belleza, del amor y de la paz. La vida espiritual se fortalece con la vida interior, la meditación y la búsqueda de Dios. Pero nos hemos privado de la vida interior sobrevivimos cerrando los ojos al grado de perder lo que amamos y tenemos para vivir una vida plena. Perdemos con facilidad las relaciones sea de pareja, familiar o amistad, perdemos la vergüenza y nos acostumbramos al cinismo.

Los grandes acontecimientos espirituales han surgido casi siempre desde el desierto, hombres y mujeres que desde el silencio y partiendo del encuentro consigo mismo y con Dios se convierten en maestros y guías de la humanidad. En la soledad solo sobrevive quien se alimenta de lo interior pues en el silencio solo se escuchan las preguntas esenciales.

Juan el Bautista es el puente entre las promesas del antiguo testamento y el cumplimiento del nuevo testamento y fue quien revelo y señalo a Jesús como el cordero de Dios que venía a quitar los pecados del mundo, Juan es la voz que grita en el desierto enderecen sus senderos, conviértanse y vuelvan a Dios. Es importante hoy en día, escuchar este consejo y corregir tantas situaciones que estamos viviendo y están mal, como la violencia desmedida intrafamiliar, que las parejas aprendan a valorar y respetarse mutuamente, que las familias se otorguen el perdón y puedan vivir unas fiestas navideñas desde el amor, la paz y reconciliación.

En esta sociedad de la abundancia y progreso hay algo más esperanzador que lo que estamos viviendo, nuestra vida debe cambiar de raíz, lo que oímos hoy en día es publicidad de algo superficial o palabras de político y demagogia, y hasta discursos religiosos con intereses económicos personales, necesitamos volver al desierto para encontrarse con uno mismo.

Aun en medio del asfalto vivamos un desierto de riqueza espiritual.

Hoy vivimos con rapidez sin detenernos en nada ni en nadie, el mercado instauro un nuevo calendario desde la oferta y demanda, hemos perdido la capacidad ritual de los eventos y momentos, se nos olvida el tiempo previo para preparar el corazón y el espíritu, hoy esperar es equivalente a perder el tiempo, tenemos poca vida interior y mucha superficialidad, pasamos rápidamente por todo y nos quedamos casi siempre en la superficie.

El dinero instauro nuevos sistemas de vida, enclaustrados con una convivencia social virtual, una vida más cómoda pero más pasiva, hoy hasta las compras podemos hacer desde nuestro celular y lo envían hasta la puerta del hogar u oficina. Hoy el sonido se volvió ruido, la voz se volvió grito, se nos está olvidando escuchar la vida con un espíritu de concentración y profundidad sin importar que el silencio nos podría curar, solemos estar más nerviosos, ansiosos inclusive deprimidos a pesar de tener todo lo necesario. Hemos olvidado que somos seres espirituales y que el espíritu se alimenta de la bondad, de la belleza, del amor y de la paz. La vida espiritual se fortalece con la vida interior, la meditación y la búsqueda de Dios. Pero nos hemos privado de la vida interior sobrevivimos cerrando los ojos al grado de perder lo que amamos y tenemos para vivir una vida plena. Perdemos con facilidad las relaciones sea de pareja, familiar o amistad, perdemos la vergüenza y nos acostumbramos al cinismo.

Los grandes acontecimientos espirituales han surgido casi siempre desde el desierto, hombres y mujeres que desde el silencio y partiendo del encuentro consigo mismo y con Dios se convierten en maestros y guías de la humanidad. En la soledad solo sobrevive quien se alimenta de lo interior pues en el silencio solo se escuchan las preguntas esenciales.

Juan el Bautista es el puente entre las promesas del antiguo testamento y el cumplimiento del nuevo testamento y fue quien revelo y señalo a Jesús como el cordero de Dios que venía a quitar los pecados del mundo, Juan es la voz que grita en el desierto enderecen sus senderos, conviértanse y vuelvan a Dios. Es importante hoy en día, escuchar este consejo y corregir tantas situaciones que estamos viviendo y están mal, como la violencia desmedida intrafamiliar, que las parejas aprendan a valorar y respetarse mutuamente, que las familias se otorguen el perdón y puedan vivir unas fiestas navideñas desde el amor, la paz y reconciliación.

En esta sociedad de la abundancia y progreso hay algo más esperanzador que lo que estamos viviendo, nuestra vida debe cambiar de raíz, lo que oímos hoy en día es publicidad de algo superficial o palabras de político y demagogia, y hasta discursos religiosos con intereses económicos personales, necesitamos volver al desierto para encontrarse con uno mismo.

Aun en medio del asfalto vivamos un desierto de riqueza espiritual.