/ domingo 5 de septiembre de 2021

FE Y RAZÓN

Los matrimonios sin crisis están en los cementerios


Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca, por eso te busco, por eso te persigo, por eso quiero estar contigo, ¿por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver como un tercer ojo, como un tercer pie que solo Yo sé que, tú eres. JAIME SABINES.

La infelicidad en el matrimonio se origina cuando marido y mujer evitan enfrentarse con la cruda realidad de su relación, con sus crisis, con sus verdaderos conflictos y sus problemas reales. Tradicionalmente, los consortes han sido retados a permanecer juntos para bien o para mal, para ser ricos o pobres, en la salud y en la enfermedad y hasta que la muerte los separe. Pero hoy existe una necesidad urgente de reforzar la relación interpersonal entre marido y mujer, para contrarrestar las grandes corrientes destructoras de nuestro tiempo, que empujan a las parejas hacia el individualismo, materialismo, hedonismo y consumismo.

Los matrimonios de esta sociedad cambiante y evolutiva necesitan concentrarse seriamente en su relación conyugal, para juntos defenderse y liberarse de los poderes destructivos y enfrentarse valientemente con los desafíos al matrimonio y a la familia, tratando juntos sus crisis, conflictos y problemas. La crisis en el matrimonio, en lugar de ser vista como algo negativo y maligno, debe considerarse como verdadera oportunidad de madurar y de crecer como personas y como pareja.

Los matrimonios sin crisis están en los cementerios, pues es ahí donde se acaban las crisis. Si una pareja teme enfrentarse con su propia crisis matrimonial, intentara escaparse de ella o negarla diciendo: “Nosotros no tenemos crisis en nuestro matrimonio”, entonces como las crisis son inevitables sucederá que los esposos irán haciéndose incapaces de comunicarse en profundidad y consecuentemente, su relación se volverá superficial y se irá deteriorando.

¿Cuáles son las señales claras que un matrimonio en crisis nunca debe ignorar, aun cuando engañándose a sí mismas, estén seguros de que ellos dos tienen un matrimonio bueno?

UNO: El embotellamiento de sentimiento y resentimientos por parte de los dos cónyuges y creer que el silencio y el tiempo arreglará todo.

DOS: La falta de acuerdo mutuo en las decisiones familiares, problemas de comunicación por falta de tiempo, disposición, seriedad o miedo a la reacción.

TRES: Problemas en la intimidad y relación sexual, por falta de tiempo, disposición, deseo, higiene.

CUATRO: La depresión o retirada de uno de los dos cónyuges. Sentimiento de soledad, tristeza, amargura, enojo, frustración, abandono emocional hacia el cónyuge.

Toda enfermedad se conoce por los síntomas, en un matrimonio es lo mismo, el conflicto es un síntoma de que algo anda mal en la relación, que necesita atención y cuidado, el conflicto es algo desagradable pero al mismo tiempo es un potencial para crecer y madurar. El principio de salud es sanar las heridas, es tomar la decisión como pareja de platicar y buscar el bien común, el bien de la familia. Como dice el dicho: Si no puedes te ayudo, si no sabes te enseño, pero si no quieres no puedo hacer nada por mejorar y sanar la relación.


Los matrimonios sin crisis están en los cementerios


Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca, por eso te busco, por eso te persigo, por eso quiero estar contigo, ¿por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver como un tercer ojo, como un tercer pie que solo Yo sé que, tú eres. JAIME SABINES.

La infelicidad en el matrimonio se origina cuando marido y mujer evitan enfrentarse con la cruda realidad de su relación, con sus crisis, con sus verdaderos conflictos y sus problemas reales. Tradicionalmente, los consortes han sido retados a permanecer juntos para bien o para mal, para ser ricos o pobres, en la salud y en la enfermedad y hasta que la muerte los separe. Pero hoy existe una necesidad urgente de reforzar la relación interpersonal entre marido y mujer, para contrarrestar las grandes corrientes destructoras de nuestro tiempo, que empujan a las parejas hacia el individualismo, materialismo, hedonismo y consumismo.

Los matrimonios de esta sociedad cambiante y evolutiva necesitan concentrarse seriamente en su relación conyugal, para juntos defenderse y liberarse de los poderes destructivos y enfrentarse valientemente con los desafíos al matrimonio y a la familia, tratando juntos sus crisis, conflictos y problemas. La crisis en el matrimonio, en lugar de ser vista como algo negativo y maligno, debe considerarse como verdadera oportunidad de madurar y de crecer como personas y como pareja.

Los matrimonios sin crisis están en los cementerios, pues es ahí donde se acaban las crisis. Si una pareja teme enfrentarse con su propia crisis matrimonial, intentara escaparse de ella o negarla diciendo: “Nosotros no tenemos crisis en nuestro matrimonio”, entonces como las crisis son inevitables sucederá que los esposos irán haciéndose incapaces de comunicarse en profundidad y consecuentemente, su relación se volverá superficial y se irá deteriorando.

¿Cuáles son las señales claras que un matrimonio en crisis nunca debe ignorar, aun cuando engañándose a sí mismas, estén seguros de que ellos dos tienen un matrimonio bueno?

UNO: El embotellamiento de sentimiento y resentimientos por parte de los dos cónyuges y creer que el silencio y el tiempo arreglará todo.

DOS: La falta de acuerdo mutuo en las decisiones familiares, problemas de comunicación por falta de tiempo, disposición, seriedad o miedo a la reacción.

TRES: Problemas en la intimidad y relación sexual, por falta de tiempo, disposición, deseo, higiene.

CUATRO: La depresión o retirada de uno de los dos cónyuges. Sentimiento de soledad, tristeza, amargura, enojo, frustración, abandono emocional hacia el cónyuge.

Toda enfermedad se conoce por los síntomas, en un matrimonio es lo mismo, el conflicto es un síntoma de que algo anda mal en la relación, que necesita atención y cuidado, el conflicto es algo desagradable pero al mismo tiempo es un potencial para crecer y madurar. El principio de salud es sanar las heridas, es tomar la decisión como pareja de platicar y buscar el bien común, el bien de la familia. Como dice el dicho: Si no puedes te ayudo, si no sabes te enseño, pero si no quieres no puedo hacer nada por mejorar y sanar la relación.