/ domingo 25 de febrero de 2024

Si no sabemos escuchar, qué sentido tiene hablar

Cada vez tenemos menos tiempo para escuchar y queremos conversaciones cortas y concretas, no sabemos acercarnos con calma y sin prejuicios al corazón del otro, cambiamos el mensaje del otro o lo malinterpretamos por una carente capacidad de escucha. Quizá sea una nueva forma acelerada de llevar la vida o encontrarnos encerrados en los propios problemas viviendo junto a las personas sin detenernos a escuchar realmente a nadie.

En el pasaje de la transfiguración de Jesús los discípulos se invaden de temor al sentirse envueltos por las sombras de una nube y es ahí donde se escuchan las palabras “este es mi hijo muy amado escúchenlo”. Por eso nos resulta tan extraño que a los cristianos se nos haya olvidado, en buena parte, que ser creyente es vivir escuchando a Jesús. Sin embargo solo desde la escucha nace una verdadera fe cristiana.

Si perseveramos en la escucha paciente y sincera, nuestra vida comienza a iluminarse con una luz nueva, comenzamos a ver todo con más claridad y descubrimos cual es la manera más humana de enfrentarnos a los problemas de la vida y al misterio de la muerte. Por eso en nuestras comunidades cristianas hemos de cuidar la escucha fiel a Jesús de Nazaret que nos dice “Animo, No tengas miedo” “yo estaré contigo todos los días de tu vida” “tus pecados quedan perdonados, Yo tampoco te juzgo”.

Escuchar construye siete puentes:

PRIMERO; escuchar nos permite asimilar conocimientos, teniendo un mayor equilibrio entre escuchar y hablar porque a veces solo queremos ser escuchados y esto reduce las posibilidades de aprender.

SEGUNDO; Escuchar estrecha vínculos entre personas, porque le muestras al otro que es valioso para ti, que es libre para expresarse, que puede contar contigo y no será juzgado por su comportamiento.

TERCERO; Escuchar significa madurez, pues nuestro peor problema de comunicación es que no escuchamos para entender, sino que escuchamos para contestar. Por eso concéntrate en la otra persona sin desear ser tú el protagonista.

CUARTO; Escuchar evita malentendidos y logramos entender mejor lo que otro piensa, lo que está viviendo y cuando prestamos atención a sus gestos obtenemos una comprensión mucho más profunda y logramos asimilar el verdadero mensaje.

QUINTO; Escuchar nos permite mantener la calma, pues cuando se produce una crisis o un conflicto es fácil que los ánimos se alteren y la violencia escale, se alzara la voz y recurriremos a las palabras ofensivas e intolerantes.

SEXTO; Escuchar ayuda a resolver conflictos; ayuda llegar a fondo de cada cuestión con más facilidad, a generar respeto y confianza en el otro.

SEPTIMO; Escuchar nos ayuda a ser aceptados, pues las personas que hablan sin parar al principio suelen ser simpáticas pero con el paso del tiempo es probable que los demás empiecen a evitarlas.

Cada vez tenemos menos tiempo para escuchar y queremos conversaciones cortas y concretas, no sabemos acercarnos con calma y sin prejuicios al corazón del otro, cambiamos el mensaje del otro o lo malinterpretamos por una carente capacidad de escucha. Quizá sea una nueva forma acelerada de llevar la vida o encontrarnos encerrados en los propios problemas viviendo junto a las personas sin detenernos a escuchar realmente a nadie.

En el pasaje de la transfiguración de Jesús los discípulos se invaden de temor al sentirse envueltos por las sombras de una nube y es ahí donde se escuchan las palabras “este es mi hijo muy amado escúchenlo”. Por eso nos resulta tan extraño que a los cristianos se nos haya olvidado, en buena parte, que ser creyente es vivir escuchando a Jesús. Sin embargo solo desde la escucha nace una verdadera fe cristiana.

Si perseveramos en la escucha paciente y sincera, nuestra vida comienza a iluminarse con una luz nueva, comenzamos a ver todo con más claridad y descubrimos cual es la manera más humana de enfrentarnos a los problemas de la vida y al misterio de la muerte. Por eso en nuestras comunidades cristianas hemos de cuidar la escucha fiel a Jesús de Nazaret que nos dice “Animo, No tengas miedo” “yo estaré contigo todos los días de tu vida” “tus pecados quedan perdonados, Yo tampoco te juzgo”.

Escuchar construye siete puentes:

PRIMERO; escuchar nos permite asimilar conocimientos, teniendo un mayor equilibrio entre escuchar y hablar porque a veces solo queremos ser escuchados y esto reduce las posibilidades de aprender.

SEGUNDO; Escuchar estrecha vínculos entre personas, porque le muestras al otro que es valioso para ti, que es libre para expresarse, que puede contar contigo y no será juzgado por su comportamiento.

TERCERO; Escuchar significa madurez, pues nuestro peor problema de comunicación es que no escuchamos para entender, sino que escuchamos para contestar. Por eso concéntrate en la otra persona sin desear ser tú el protagonista.

CUARTO; Escuchar evita malentendidos y logramos entender mejor lo que otro piensa, lo que está viviendo y cuando prestamos atención a sus gestos obtenemos una comprensión mucho más profunda y logramos asimilar el verdadero mensaje.

QUINTO; Escuchar nos permite mantener la calma, pues cuando se produce una crisis o un conflicto es fácil que los ánimos se alteren y la violencia escale, se alzara la voz y recurriremos a las palabras ofensivas e intolerantes.

SEXTO; Escuchar ayuda a resolver conflictos; ayuda llegar a fondo de cada cuestión con más facilidad, a generar respeto y confianza en el otro.

SEPTIMO; Escuchar nos ayuda a ser aceptados, pues las personas que hablan sin parar al principio suelen ser simpáticas pero con el paso del tiempo es probable que los demás empiecen a evitarlas.