/ domingo 24 de marzo de 2024

PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN

En la Historia hay luces y sombras, bondad y maldad, gracia y pecado, estas realidades van siempre juntas. Nadie es portador de bienes exclusivamente; al lado de estos siempre está la sombra del Mal. Esta verdad nos sigue y persigue en todo momento y hasta el último día de nuestra vida. Jesús no salió ileso de este enfrentamiento. Aquel que solo quiso hacer el bien, sucumbió ante la saña del mal. Tomás de Kempis.

La pascua constituye el corazón del año litúrgico y fundamento de fe, es la semana Mayor para los fieles cristianos, inicia con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén quien montado en un burro las personas le aclaman gritando ¡viva el rey!. Esperanza y consuelo para los pobres y excluidos, mientras que para los poderosos representaba incomodidad y miedo. Esta semana viviremos el triduo pascual que es la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús y empieza con la misa vespertina de la cena del Señor que conmemoramos el llamado jueves Santo y tiene su culmen en la vigilia Pascual que se celebra el sábado por la noche.

El triduo pascual es el centro del año litúrgico por su función memorial, actualiza y revive las palabras y gestos que dieron origen a la comunidad cristiana, a su fe y esperanza.

JUEVES SANTO: Cristo establece la nueva alianza sellada con su sangre, y alimentando al nuevo pueblo de Dios con su propia carne. En la liturgia, se conmemora la Institución de la Eucaristía y nos remite a la última cena de Jesús con sus discípulos, nos recuerda el mandamiento del amor bajo el signo del lavatorio de los pies y se exalta el servicio como fundamento de la comunidad. Un signo del discípulo es acompañar a Jesús en la adoración de la Eucaristía, recuerdo del momento que Cristo invita a sus discípulos a orar con Él.

VIERNES SANTO: la muerte de Jesús es la consecuencia directa de un rechazo frontal y absoluto por parte de los jefes religiosos del pueblo, el rechazo a su persona, a su enseñanza y por intentar purificar su religión. No se puede pensar en la muerte de Jesús, desconectándola de su vida. En la liturgia se manifiesta la piedad popular con el rezo y representación del viacrucis (camino de la Cruz) y la solemne procesión del silencio con las que el pueblo expresa su amor y participación en el sufrimiento de Cristo. Aunque en este día no se oficia La Santa Misa pero si se celebra una liturgia austera y sobria, no hay consagración, se lee la Pasión de Cristo y se practica la adoración de la Santa Cruz como señal de sumisión y reconocimiento de Cristo Salvador que derramó su sangre por nosotros.

SÁBADO SANTO: en este día la iglesia permanece junto al sepulcro del Señor meditando su pasión y muerte. Por la noche se celebra la vigilia pascual y en ella se conmemora la resurrección de Cristo y nuestra liberación. Visto desde la Fe y la tradición es una noche de vigilia en honor del Señor donde los fieles con lámparas encendidas se asemejan a quienes esperan su regreso, para que cuando llegue los encuentre vigilantes. Con el fuego nuevo se enciende el cirio pascual símbolo de Cristo resucitado y glorioso.

En la Historia hay luces y sombras, bondad y maldad, gracia y pecado, estas realidades van siempre juntas. Nadie es portador de bienes exclusivamente; al lado de estos siempre está la sombra del Mal. Esta verdad nos sigue y persigue en todo momento y hasta el último día de nuestra vida. Jesús no salió ileso de este enfrentamiento. Aquel que solo quiso hacer el bien, sucumbió ante la saña del mal. Tomás de Kempis.

La pascua constituye el corazón del año litúrgico y fundamento de fe, es la semana Mayor para los fieles cristianos, inicia con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén quien montado en un burro las personas le aclaman gritando ¡viva el rey!. Esperanza y consuelo para los pobres y excluidos, mientras que para los poderosos representaba incomodidad y miedo. Esta semana viviremos el triduo pascual que es la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús y empieza con la misa vespertina de la cena del Señor que conmemoramos el llamado jueves Santo y tiene su culmen en la vigilia Pascual que se celebra el sábado por la noche.

El triduo pascual es el centro del año litúrgico por su función memorial, actualiza y revive las palabras y gestos que dieron origen a la comunidad cristiana, a su fe y esperanza.

JUEVES SANTO: Cristo establece la nueva alianza sellada con su sangre, y alimentando al nuevo pueblo de Dios con su propia carne. En la liturgia, se conmemora la Institución de la Eucaristía y nos remite a la última cena de Jesús con sus discípulos, nos recuerda el mandamiento del amor bajo el signo del lavatorio de los pies y se exalta el servicio como fundamento de la comunidad. Un signo del discípulo es acompañar a Jesús en la adoración de la Eucaristía, recuerdo del momento que Cristo invita a sus discípulos a orar con Él.

VIERNES SANTO: la muerte de Jesús es la consecuencia directa de un rechazo frontal y absoluto por parte de los jefes religiosos del pueblo, el rechazo a su persona, a su enseñanza y por intentar purificar su religión. No se puede pensar en la muerte de Jesús, desconectándola de su vida. En la liturgia se manifiesta la piedad popular con el rezo y representación del viacrucis (camino de la Cruz) y la solemne procesión del silencio con las que el pueblo expresa su amor y participación en el sufrimiento de Cristo. Aunque en este día no se oficia La Santa Misa pero si se celebra una liturgia austera y sobria, no hay consagración, se lee la Pasión de Cristo y se practica la adoración de la Santa Cruz como señal de sumisión y reconocimiento de Cristo Salvador que derramó su sangre por nosotros.

SÁBADO SANTO: en este día la iglesia permanece junto al sepulcro del Señor meditando su pasión y muerte. Por la noche se celebra la vigilia pascual y en ella se conmemora la resurrección de Cristo y nuestra liberación. Visto desde la Fe y la tradición es una noche de vigilia en honor del Señor donde los fieles con lámparas encendidas se asemejan a quienes esperan su regreso, para que cuando llegue los encuentre vigilantes. Con el fuego nuevo se enciende el cirio pascual símbolo de Cristo resucitado y glorioso.