/ domingo 5 de septiembre de 2021

CULTURARTE

El fenómeno social de los tatuajes


Es un arte que data desde el año 2000 a.C. y en la actualidad esta cultura es poco a poco más aceptada, ya que generalmente es mal vista por ser asociada con que los portadores son delincuentes.

En la antigüedad, tuvo fuerte conexión con grupos de hombres rudos como los Piratas, que se distinguían por ser personajes violentos (hombres del mar y criminales). Pero a través de los siglos y explorando la historia podemos ver que esta cultura ya existía desde los Faraones en Egipto y que muchas sectas y tribus señalaban o distinguían a sus integrantes con algún tatuaje específico, incluyendo en culturas como los Mayas en México, donde solo los Guerreros más avezados y con más victorias en su haber, eran los dignos de portarlos.

Existen muchas razones para realizar una marca tan definitiva en la piel y algunas son expresiones de misticismo a deidades y de amor, sobre todo filial, como entre familias completas en que se advierte que todos los integrantes llevan un símbolo idéntico en su brazo o muñecas con un logo diseñado exclusivamente para ello. Otra razón puede ser el luto del alma por el ser amado perdido de alguna manera y en una acción donde el sentimiento de desesperanza y dolor es aparentemente insuperable, graban para siempre en su piel el nombre y hasta sus rostros.

La rebeldía es otra gran protagonista en el muy particular mundo de los tatuajes. Jóvenes, inconformes por diversas razones gritan al mundo en reclamos constantes por medio de esas marcas que en ocasiones cubren todo su cuerpo.

Un tatuaje implica dolor, invadir los tejidos dérmicos con agujas e insertar tintas. Es un acto que da identidad y contribuye a mostrar hasta cierto punto, datos de la personalidad del sujeto. También se utilizan como canon de belleza estética, como en cejas o delineados de ojos y contorno de labios en personas de sexo indistinto, pero son menos estigmatizados.

Tatuarse es una decisión que hay que pensar muy bien antes de llevar a cabo. Una acción que se supone ya hay manera de revertir, pero si no es con los medios adecuados, puede quedar un daño permanente en la piel. También es algo que puede ser perjudicial en la vida diaria, pues se ha comprobado que las personas tatuadas visiblemente, son segregadas o discriminadas para ser empleadas en diversos trabajos, sobre todo de atención al cliente, donde los empleadores alegan que hay menos probabilidades de concretar alguna acción redituable al negocio si el intermediario es alguien con tatuajes notoriamente expuestos.


El fenómeno social de los tatuajes


Es un arte que data desde el año 2000 a.C. y en la actualidad esta cultura es poco a poco más aceptada, ya que generalmente es mal vista por ser asociada con que los portadores son delincuentes.

En la antigüedad, tuvo fuerte conexión con grupos de hombres rudos como los Piratas, que se distinguían por ser personajes violentos (hombres del mar y criminales). Pero a través de los siglos y explorando la historia podemos ver que esta cultura ya existía desde los Faraones en Egipto y que muchas sectas y tribus señalaban o distinguían a sus integrantes con algún tatuaje específico, incluyendo en culturas como los Mayas en México, donde solo los Guerreros más avezados y con más victorias en su haber, eran los dignos de portarlos.

Existen muchas razones para realizar una marca tan definitiva en la piel y algunas son expresiones de misticismo a deidades y de amor, sobre todo filial, como entre familias completas en que se advierte que todos los integrantes llevan un símbolo idéntico en su brazo o muñecas con un logo diseñado exclusivamente para ello. Otra razón puede ser el luto del alma por el ser amado perdido de alguna manera y en una acción donde el sentimiento de desesperanza y dolor es aparentemente insuperable, graban para siempre en su piel el nombre y hasta sus rostros.

La rebeldía es otra gran protagonista en el muy particular mundo de los tatuajes. Jóvenes, inconformes por diversas razones gritan al mundo en reclamos constantes por medio de esas marcas que en ocasiones cubren todo su cuerpo.

Un tatuaje implica dolor, invadir los tejidos dérmicos con agujas e insertar tintas. Es un acto que da identidad y contribuye a mostrar hasta cierto punto, datos de la personalidad del sujeto. También se utilizan como canon de belleza estética, como en cejas o delineados de ojos y contorno de labios en personas de sexo indistinto, pero son menos estigmatizados.

Tatuarse es una decisión que hay que pensar muy bien antes de llevar a cabo. Una acción que se supone ya hay manera de revertir, pero si no es con los medios adecuados, puede quedar un daño permanente en la piel. También es algo que puede ser perjudicial en la vida diaria, pues se ha comprobado que las personas tatuadas visiblemente, son segregadas o discriminadas para ser empleadas en diversos trabajos, sobre todo de atención al cliente, donde los empleadores alegan que hay menos probabilidades de concretar alguna acción redituable al negocio si el intermediario es alguien con tatuajes notoriamente expuestos.


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