/ domingo 7 de noviembre de 2021

CULTURARTE

La cultura agridulce en Halloween


Es tradicional que cada 31 de octubre, las calles sean invadidas de personas de todas las edades, disfrazadas, que deambulan en procesión pidiendo dulces, copiando así las costumbres estadounidenses de festejar el famoso Halloween. La alegría de las fiestas es notoria y es un preámbulo a lo que se avecina, la celebración de la Navidad.


El contexto actual de pandemia, en cifras alarmantes aún, no ha sido impedimento para las celebraciones como ésta que hoy nos ocupa, entre otras. Tan cierto es que a todo se acostumbra el ser humano, tanto como a tener enfermedades por mucho tiempo, sin atenderse médicamente (se acostumbran a sentir dolor o malestar) como también a ver morir a los vecinos o miembros de su propia familia, sin que eso les genere miedo o precaución.

Un dato chocante en medio de esa incultura es la actitud agresiva y totalmente falta de respeto de quien no tiene reparos en dañar propiedad ajena, creyendo que es válido y gracioso atacar con objetos (huevos y otros objetos) fachadas de casas, portones eléctricos y hasta los autos, generando así daños severos de altos costos en reparación, que lesionan grandemente el bolsillo del dueño de la propiedad inmueble afectada.

Esas actitudes totalmente erróneas y que hablan de la poca o nula educación de los pedigüeños que generalmente van “supervisados” de un adulto nos demuestran una decadencia o falta total de valores en todos ellos.

Hay hogares que no abren sus puertas para dar dulces porque son adultos mayores, porque están enfermos (incluso puede ser de Covid), no tienen dinero para comprar golosinas para regalar (la mayoría son caras) y volviendo a la situación actual, muchas personas han perdidos sus empleos y apenas sobreviven con sus salarios y quizá, simplemente en ese momento, no están en su domicilio. Esas circunstancias no los hacen acreedores a ser castigados lesionando o destruyendo sus patrimonios.

Debemos darnos tiempo y buscar lugar para el esparcimiento. Disfrutar. Y como adultos responsables de los menores, recordar que: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es la paz” (frase de Lic. Benito Juárez, presidente de la República Mexicana, mandato de 1857-1872). No debemos fomentar la delincuencia e incitar a la violencia a nuestros hijos, disfrazando esos actos crueles y vandálicos de divertidos y tradicionales.


La cultura agridulce en Halloween


Es tradicional que cada 31 de octubre, las calles sean invadidas de personas de todas las edades, disfrazadas, que deambulan en procesión pidiendo dulces, copiando así las costumbres estadounidenses de festejar el famoso Halloween. La alegría de las fiestas es notoria y es un preámbulo a lo que se avecina, la celebración de la Navidad.


El contexto actual de pandemia, en cifras alarmantes aún, no ha sido impedimento para las celebraciones como ésta que hoy nos ocupa, entre otras. Tan cierto es que a todo se acostumbra el ser humano, tanto como a tener enfermedades por mucho tiempo, sin atenderse médicamente (se acostumbran a sentir dolor o malestar) como también a ver morir a los vecinos o miembros de su propia familia, sin que eso les genere miedo o precaución.

Un dato chocante en medio de esa incultura es la actitud agresiva y totalmente falta de respeto de quien no tiene reparos en dañar propiedad ajena, creyendo que es válido y gracioso atacar con objetos (huevos y otros objetos) fachadas de casas, portones eléctricos y hasta los autos, generando así daños severos de altos costos en reparación, que lesionan grandemente el bolsillo del dueño de la propiedad inmueble afectada.

Esas actitudes totalmente erróneas y que hablan de la poca o nula educación de los pedigüeños que generalmente van “supervisados” de un adulto nos demuestran una decadencia o falta total de valores en todos ellos.

Hay hogares que no abren sus puertas para dar dulces porque son adultos mayores, porque están enfermos (incluso puede ser de Covid), no tienen dinero para comprar golosinas para regalar (la mayoría son caras) y volviendo a la situación actual, muchas personas han perdidos sus empleos y apenas sobreviven con sus salarios y quizá, simplemente en ese momento, no están en su domicilio. Esas circunstancias no los hacen acreedores a ser castigados lesionando o destruyendo sus patrimonios.

Debemos darnos tiempo y buscar lugar para el esparcimiento. Disfrutar. Y como adultos responsables de los menores, recordar que: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es la paz” (frase de Lic. Benito Juárez, presidente de la República Mexicana, mandato de 1857-1872). No debemos fomentar la delincuencia e incitar a la violencia a nuestros hijos, disfrazando esos actos crueles y vandálicos de divertidos y tradicionales.


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